🌸 ABRIL, de Alexandra Iglesias: Cuando la sangre deja de ser tabú para convertirse en símbolo de vida
Hay películas que no necesitan más de veinte minutos para dejar una huella profunda. Abril, el debut como directora de la joven cineasta Alexandra Iglesias, es una de esas joyas del cine breve que, con una delicadeza abrumadora y una fuerza visual tan poética como combativa, viene a hablarnos de lo que tanto se ha querido silenciar: la menstruación, el cuerpo femenino, el despertar, el miedo… y la aceptación.
🎂 Un cumpleaños teñido de rojo
La historia nos sitúa en un día aparentemente feliz: el undécimo cumpleaños de Abril, una niña silenciosa, observadora y profundamente sensible. A medida que avanza la celebración familiar, Abril empieza a notar unas extrañas manchas de sangre brillante que aparecen en su vestido blanco y sobre su piel. Nadie más las ve. Nadie más parece entender. Pero Abril lo vive con angustia, tratando de ocultarlas, de borrarlas… hasta que comprende que tal vez no tenga que esconderlas más.
La fuerza del cortometraje reside en esa transformación silenciosa, interna, sin palabras grandilocuentes pero con una carga simbólica poderosa. Abril no es una historia de miedo, sino de liberación. No es un relato trágico, sino una oda al amor propio, como lo define la propia directora.
🧚♀️ Realismo mágico para resignificar el cuerpo
Lo que podría haber sido tratado desde el realismo más crudo o incluso desde el drama social, Alexandra Iglesias lo sitúa en un terreno mucho más cercano al realismo mágico. Aquí, la sangre no es sinónimo de violencia o enfermedad. Es símbolo de transformación, de paso, de crecimiento. Y la cámara, lejos de observar con frialdad, acompaña a Abril con una ternura casi maternal.
Este enfoque poético permite que el cortometraje hable sin sermonear, que sugiera sin imponer, y que consiga lo más difícil: convertir lo invisible en algo visible y bello.
👧 Sofía Otero: la pureza hecha interpretación
Encarnando a la protagonista está Sofía Otero, ganadora del Oso de Plata en Berlín por 20.000 especies de abejas. Aquí vuelve a demostrar que lo suyo no es casualidad. Con una mirada que lo dice todo y una presencia silenciosa pero hipnótica, la joven actriz se convierte en el alma del corto. Sin necesidad de grandes parlamentos, Otero transmite el desconcierto, el miedo y finalmente la aceptación, con una madurez emocional que deslumbra.
Completan el reparto las actrices Cristina Brondo e Isabel Rocatti, aportando solidez y contención a los personajes adultos, tan ajenos como simbólicamente presentes en la transición de Abril.
🎥 Un equipo femenino para una mirada renovada
Otro de los grandes valores de Abril es su apuesta por un equipo técnico joven, femenino y comprometido con nuevas narrativas. La fotografía de Júlia Llansana Ysamat (colaboradora de L’Alqueria Blanca) se despliega con una paleta suave, donde el blanco impoluto del vestido contrasta con la vivacidad del rojo sangre que irrumpe como elemento disruptor. La composición visual es limpia, casi onírica, y dialoga en todo momento con la música delicada de Clara Peya, el montaje preciso de Celeste Barria y el arte cuidado de Martha Cervera Pellicer.
Nada está puesto al azar: ni la mancha ni el silencio. Todo en Abril está al servicio de un relato simbólico, pero profundamente humano.
🏆 Un viaje festivalero con acento catalán
Producido por Ayhe Productions, con apoyo del ICEC y el ICAA, Abril ha iniciado un recorrido notable por festivales. Rodado en catalán y castellano, el cortometraje no sólo representa una apuesta estética arriesgada, sino también una firme reivindicación del cine emergente catalán hecho por mujeres.
💬 Cuando la mirada cambia, todo cambia
En palabras de Iglesias: “Este cortometraje nace de las ganas de cambiar la mirada que tenemos sobre nuestro cuerpo. Quería contar una historia que resignificara la sangre, que normalmente se representa como algo negativo, y devolverle su sentido como símbolo de vida”. Y lo consigue. Con creces.
Porque Abril no solo interpela a quienes han vivido en silencio su primera regla. Habla también a quienes han sentido vergüenza por lo que el cuerpo expresa, a quienes han crecido con tabúes impuestos, a quienes buscan en el cine un espejo distinto, sin censura ni castigos, donde poder verse por fin desde la belleza y no desde la culpa.
✍️ Reflexión final
En un tiempo donde lo femenino sigue siendo incomprendido, ocultado o estigmatizado, Abril se alza como una obra necesaria. Un poema visual que reivindica lo corporal desde el cariño, la aceptación y la libertad. Una muestra de que el cortometraje español vive un momento vibrante, con nuevas voces que no tienen miedo de hablar claro, pero con una sensibilidad desbordante.
Ojalá muchas más Abril en nuestro cine.
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