Sinopsis e introducción
Tras el verano, la ópera prima de Yolanda Centeno, llega a los cines de la mano de Alfa Pictures este 16 de mayo.
Tras el verano, que pasó por el Festival de Málaga con una calurosa acogida, es un largometraje que profundiza en las familias reconstituidas, y cómo asumiendo roles de la convivencia con los hijos de la pareja, se genera una coparentalidad, no exenta de conflictos, pero que por encima de todo crea vínculos entre personas. Relaciones y sentimientos que, en caso de una posterior separación, pueden desaparecer para siempre.
Con guion de Yolanda Centeno y Jesús Luque, Tras el verano, está producida por Tay Sánchez (Harry) y Marta Velasco y Gonzalo Bendala (Áralan Films), con la producción asociada de La Goota Entertainment, y fue uno de los 6 proyectos de guiones de largometraje seleccionados en la primera convocatoria de CIMA IMPULSA.
Está protagonizada por Alexandra Jiménez, Juan Diego Botto, Ruth Gabriel y el niño Álex Infantes, que debuta en la gran pantalla.
Sinopsis: Paula, Raúl y Dani podrían ser una familia más. Podrían serlo, de no ser porque Dani no es hijo de Paula, y ésta se enfrenta con el reto diario de encajar en una familia reconstituida. Este conflicto, unido a una crisis de pareja, hace que Paula pueda dejar de ver para siempre a Dani. Una historia que nos habla de afectos, poniendo los derechos del menor en el centro del debate y una gran pregunta: ¿qué es más importante, los sentimientos o el ADN?
Con todo, Tras el verano pone sobre la mesa un vacío legal que cancela emociones y una gran pregunta: ¿qué es más importante, los sentimientos o el ADN?
Tras el verano es una producción de Áralan Films, HARRY y After the summer, A.I.E. con la producción asociada de La Goota Entertainment, que cuenta con la participación de RTVE y Canal Sur Radio y Televisión, el apoyo de la Comunidad de Madrid a través de las Ayudas a Desarrollo de Largometraje, así como con el ICAA y la AAIICC de la Junta de Andalucía, y con la financiación de Triodos Bank y Crea SGR. La distribución corre a cargo de Alfa Pictures y las ventas internacionales a cargo de Latido Films.
Sobre la película
Yolanda Centeno debuta en el largometraje por la puerta grande, y nos regala una película para reflexionar sobre los modelos de familia, las dificultades de conciliación en la sociedad actual versus el "éxito" en el trabajo y, lo más importante, cómo debe cuidarse al menor que siente verdadero amor por una persona con la que biológicamente no tiene ningún tipo de parentesco y como afecta esto también a la persona adulta.
Para ello la directora se apoya en las brillantes interpretaciones del elenco que conforma el reparto. Así, la interpretación de Alexandra Jiménez como Paula es, sencillamente, magnética. Jiménez dota a su personaje de una vulnerabilidad palpable y una fortaleza interior que se despliega sutilmente a lo largo del metraje. Su capacidad para transmitir la angustia de una mujer que lucha por mantener un vínculo afectivo crucial es conmovedora. Cada gesto, cada mirada, revela la complejidad de sus sentimientos y su determinación frente a la adversidad.
Por otro lado tenemos a Juan Diego Botto, quien encarna a Raúl con una mezcla de afecto y conflicto interno que resulta profundamente creíble. Su personaje se debate entre el amor por su hijo y la conexión que ha construido con Paula, una tensión que Botto articula con una economía de recursos expresivos impresionante. Sus silencios y miradas cargadas de significado comunican la dificultad de su posición y la profundidad de sus sentimientos encontrados. La solidez de su interpretación proporciona un contrapunto esencial a la intensidad de Alexandra Jiménez, creando una dinámica actoral rica y matizada.
¡Y menudo descubrimiento! El joven Álex Infantes, en el papel de Dani, ofrece una actuación sorprendentemente natural y emotiva. A través de su mirada inocente y sus reacciones espontáneas, el joven actor transmite la confusión y la vulnerabilidad de un niño inmerso en un conflicto familiar que apenas comprende. Su química con Jiménez y Botto es palpable, construyendo una sensación de unidad familiar frágil pero entrañable. La autenticidad de su interpretación añade una capa de urgencia emocional a la problemática central de la película.
La química entre los tres actores principales es uno de los pilares fundamentales de Tras el verano. La conexión entre Paula y Dani se construye con delicadeza, mostrando un afecto genuino que trasciende los lazos de sangre. La relación entre Paula y Raúl, por su parte, se presenta con sus luces y sombras, marcada por la ternura pero también por las tensiones inherentes a una familia reconstituida.
La directora Yolanda Centeno utiliza magistralmente los silencios, las pausas y las miradas para profundizar en la psicología de sus personajes. En lugar de recurrir a diálogos expositivos innecesarios, la película confía en la elocuencia del lenguaje no verbal. Las miradas cargadas de afecto, de preocupación o de resentimiento, así como los silencios que pesan y las pausas que denotan indecisión, revelan las emociones subyacentes y las tensiones no resueltas entre los personajes, invitando al espectador a una lectura más atenta y reflexiva de sus interacciones.
Tras el verano ofrece una visualización honesta y sensible de las familias reconstituidas. Centeno explora las complejidades de construir lazos afectivos en contextos familiares no tradicionales, resaltando los desafíos de la integración y la importancia del cariño genuino. La película pone de manifiesto que la familia va más allá de los vínculos biológicos, centrándose en la conexión emocional y el cuidado mutuo como elementos esenciales.
La problemática central que explora la película es la delicada cuestión de los derechos del menor en situaciones de separación y la primacía de sus necesidades emocionales. A través del personaje de Paula, la película plantea una reflexión sobre el papel de las figuras de apego no biológicas y el impacto que su pérdida puede tener en el bienestar de un niño. La pregunta sobre qué pesa más, el sentimiento o el ADN, resuena a lo largo de la narrativa, invitando a una profunda consideración sobre las definiciones contemporáneas de familia.
La fotografía de José Luis Bernal juega un papel crucial en la construcción de la atmósfera emocional de la película. A través de una paleta de colores sutil y una iluminación cuidada, Bernal crea espacios íntimos y evocadores que reflejan el estado anímico de los personajes. Los encuadres, a menudo cercanos, enfatizan las expresiones faciales y las miradas, intensificando la carga emocional de las escenas. La estética visual de la película complementa la narrativa, sumergiendo al espectador en el universo emocional de sus protagonistas.
Desde un punto de vista social, Tras el verano plantea un importante mensaje sobre la necesidad de repensar y flexibilizar las estructuras familiares tradicionales. La película aboga por reconocer y proteger los vínculos afectivos, independientemente de su origen biológico, especialmente cuando se trata del bienestar de los niños. Invita a la reflexión sobre la importancia de la empatía, la comprensión y la apertura de miras en la construcción de relaciones familiares saludables y significativas en la sociedad actual.
En definitiva, Tras el verano se erige como una película conmovedora y necesaria que, a través de unas interpretaciones brillantes, una dirección sensible y una fotografía evocadora, invita a una profunda reflexión sobre la naturaleza de la familia y la primacía de los lazos afectivos. Su capacidad para generar debate y empatía la convierte en una obra cinematográfica de gran valor social y emocional. Sin duda, una de las películas españolas de este año.
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