Robert Guédiguian vuelve a la pantalla con su decimoprimer largometraje Mi querida ladrona, protagonizado por su inseparable Ariane Ascaride (ganadora de la Copa Volpi, y Premio a Mejor Actriz tanto en Seminci como en los Premios César, entre otros galardones). Completan el reparto junto con Ascaride, Jean-Pierre Darroussin y Gérard Meylan.
Este drama con tintes de comedia y cine social tan presente en la obra de Guédiguian, transcurre en el peculiar barrio de L’Estaque, un pueblo pesquero francés al oeste de Marsella, ciudad natal del director. Ariane Ascaride interpreta a una cuidadora de ancianos que se dedica a cometer pequeños robos para poder costear las lecciones de piano de su nieto. La película pasó por el pasado Festival de Málaga con una calorosa acogida.
Mi querida ladrona está distribuida en España por Mirror Audiovisual.
Sinopsis: María trabaja como asistente domiciliaria para personas mayores. Su sueño es ver a su nieto convertirse en un gran pianista. Para pagar el piano, roba, aquí y allá, pequeñas cantidades de dinero a las personas que cuida con devoción. Hasta que un día la acusan de abuso de ancianos vulnerables...
En España, Guédiguian, ha sido galardonado con el Premio Especial del Jurado del Festival de San Sebastián, la Espiga de Plata en Seminci. También ha obtenido el premio de la crítica de la Academia de Cine Europeo.
Las Nieves de Kilimanjaro, Marie-Jo y sus dos Amores, Marius y Jeannette, Gloria Mundi y Qué la fiesta continué son alguno de los títulos del prolífico director, actor y productor francés.
Gracias a nuestrxs amigxs de Prisma Ideas hemos tenido la oportunidad de entrevistar al director de la cinta, Robert Guédiguian. Éste es el resultado de la entrevista:
Carlos Penela.- El título original de la cinta "La Pie Voleuse", resuena como una fábula. ¿Qué le atrajo de esa imagen para titular así la película?
ROBERT GUÉDIGUIAN.- Es cierto, a pesar de que sea una película realista, su título sí tiene una resonancia, un aspecto de parábola, de metáfora también, ¿no? Tenemos la imagen de la urraca y, como se sabe, las urracas son unas ladronas. Luego está también la ópera de Rossini, en italiano urraca es la 'gazza ladra'. Todo esto aportaba una cualidad de ligereza a la película.
Carlos Penela.- ¿Y qué simboliza esa 'ladrona' en el corazón de la película?
ROBERT GUÉDIGUIAN.- Para mí es una anarquista inconsciente. No es una anarquista política, sino que digamos que es una anarquista espontánea, innata. Ella establece una moral justa, pues su moral es correcta, solo que provoca, en cierta forma, pequeños desequilibrios dentro del mundo. Es una ladrona moral.
Carlos Penela.- ¿Cómo fue el el proceso de construcción del guion? ¿Partió de alguna historia real, de alguna anécdota, de una emoción?
ROBERT GUÉDIGUIAN.- Conocí a varias personas que habían tenido a personas que trabajaban en su casa y que sisaban para poder llegar a final de mes. Esa situación me parecía un buen marco para mostrar a esa anarquista espontánea que busca esa vía para apañárselas económicamente, sin recurrir a las instituciones o sin pedir ayuda. Si te fijas, realmente la moralidad de María es buena, no se puede decir otra cosa, pero lo más alucinante es que, seguramente, si hubiera pedido ayuda a las personas que cuidaba se la hubieran dado. que hacían. ¿Bueno, pues para redondear el final de mes por finales de semana, no?
Carlos Penela.- En esta película se vuelve a a rodear de su familia cinematográfica habitual Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin o Gérard Meylan. ¿Qué papel juega esa continuidad en su proceso creativo?
ROBERT GUÉDIGUIAN.- Es muy importante para mí. Poco a poco me he dado cuenta de que trato Marsella como si fuera un decorado de teatro. Es un verdadero lujo tener a Marsella como decorado de trabajo. Luego tengo a mi a mi compañía de teatro, los más veteranos y los jóvenes, porque no solo están las tres personas que has mencionado, siempre se añaden jóvenes que pasan a formar parte de la de la tropa. Además, hay que tener en cuenta también que muchos figurantes llevan cinco o seis películas conmigo, vuelvo a llamarlos, por lo que también forman parte de la compañía de teatro. Es mi forma de trabajar, dispongo de estos recursos y creo una nueva historia, puede ser un drama, una comedia, una historia de amor... Habrá películas más luminosas, otras más oscuras, pero reconozco que escribo teniendo esto en cuenta, es decir, mientras escribo digo, "vale, tengo tantos actores" (obviamente, si hace falta se contrata a alguien nuevo), pero es verdad que influye en mi forma de escribir.
Carlos Penela.- Precisamente sobre Marsella quería preguntarle, sus películas suelen estar muy ancladas en esta ciudad. ¿Qué significa hoy para usted la ciudad? ¿Cree que sigue siendo el espejo ideal para hablar del mundo?
ROBERT GUÉDIGUIAN.- Yo reo que sí, creo que los cambios económicos realmente no afectan a la naturaleza profunda de Marsella, su naturaleza profunda es el mestizaje, y así es desde hace un siglo, y sigue siéndolo. También creo que lo universal está en cualquier parte, puedes encontrarlo donde sea, simplemente hay que querer encontrarlo, hay que querer buscarlo y querer encontrarlo. Considero también que un cineasta, un autor, sea cual sea, debe buscar lo que cuenta para el resto del mundo, y ofrecérselo. Lo que cuentas son historias de hombres y mujeres, sus historias de amor, de tragedia, de tener hijos, de tener nietos, o sea, todo lo que rodea la vida. La gente es eso, por eso pienso que la condición humana es la misma en cualquier sitio.
Carlos Penela.- ¿Cómo ha evolucionado su mirada como cineasta desde sus primeras películas hasta esta?
ROBERT GUÉDIGUIAN.- Creo que en estos años he aprendido muchas cosas, técnicamente hablando. Digamos que ahora la experiencia me facilita solucionar problemas que antes no habría sabido solucionarlos. Aunque no me fío de eso, incluso te diría que rehúyo de eso. Siempre intento, me cuido mucho, de seguir siendo libre en cuanto a las formas. Reconozco que hay cosas en mi cine que son espontáneas, pero torpes también, que quizá con tanta experiencia no debería hacerlo. Pero es que no me gustan las películas "perfectas", con todo el sitio. Me gusta la imperfección, mucho, porque la imperfección es vida y creo que la perfección es muerte. Intento mantener la misma respiración que al principio, las mismas imperfecciones, la misma ingenuidad, las mismas ganas. Ahora, reconozco que no es fácil.
Carlos Penela.- En tiempos de de cine rápido y espectáculo vacío, su obra sigue apostando por lo pequeño (en el buen sentido de la palabra), lo cotidiano y lo íntimo. ¿Se siente un resistente dentro del sistema cinematográfico internacional actual?
ROBERT GUÉDIGUIAN.- Creo que sí, y creo que saldré ganando. Para mi, el deber de un cineasta es contar historias, y es lo que hago, contar buenas historias con actores muy buenos, y la gente sigue yendo al al cine. Creo que es una forma que acabará ganando. Es posible que yo no gane, pero esta forma de hacer cine sí saldrá ganando.
Carlos Penela.- Última pregunta Sr. Guédiguian, si esta película fuera una carta, ¿a quién se la enviaría y qué frase escribiría al final?
ROBERT GUÉDIGUIAN.- Se la enviaría a Rosa Luxemburgo y le diría que tenía toda la razón en considerar que sus mejores amigos eran los pájaros con los que ella hablaba en la cárcel. Ella, estando encarcelada, escribió mucho sobre los pájaros que venían a su ventana a verla.
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