Ya tenía pensado publicar este fin de semana mi reseña de Superman, de James Gunn, pero lo hago con más ganas todavía, después de leer y escuchar algunas críticas (muy) negativas de la película. Aquellos que me conocéis sabéis que siempre digo que no hay película objetivamente buena o mala, el cine, como arte que es, sugiere, y lo que le puede gustar a una persona no le gustará a todas. Esa, precisamente, es parte de la magia del cine, que una misma película genere opiniones diversas que, bien pensado, es lo que generan todas las películas, ¿verdad?
Volviendo al superhéroe de traje azul y capa roja, el primer superhéroe que yo vi en el cine (bueno, realmente en la TV, que ya tengo canas, ¡pero no tantas!), si me preguntáis si me he divertido, si me lo he pasado (muy) bien y si me ha gustado esta nueva propuesta sobre el personaje realizada por James Gunn, os contestaré con un rotundo SÍ, me lo he pasado pipa.
Así que voy a romper una lanza en favor de este Superman y voy a contaros porqué os recomiendo ir a las salas a verla. ¡Empecemos!
Desde su debut cinematográfico en 1978 de la mano de Richard Donner, Superman ha evolucionado de símbolo idealista de la América post-Vietnam a reflejo de las complejidades del mundo contemporáneo. A lo largo de las décadas lo hemos visto reinventarse: del clasicismo noble de Christopher Reeve, al tono oscuro y existencialista de Zack Snyder, y ahora a una nueva era luminosa, emocionalmente rica y profundamente humana bajo la dirección de James Gunn. Este Superman vuelve a mirar al cielo, pero con los pies en la tierra: consciente, compasivo y maravillosamente imperfecto.
James Gunn demuestra una vez más su don para combinar espectáculo y alma. Con Superman, Gunn no solo revitaliza al personaje más icónico del cómic, sino que imprime su sello personal: humor inteligente, profundidad emocional y una mirada compasiva hacia los "inadaptados" que buscan su lugar. Su guion equilibra nostalgia y frescura, y su dirección encuentra poesía incluso en los momentos de mayor espectacularidad. Superman vuelve a ser un símbolo… y también un ser profundamente humano.
La película aborda temas profundamente actuales: el auge del populismo (representado en la retórica de un manipulador como Lex Luthor), la desinformación mediática, la necesidad de referentes éticos en un mundo cínico y la angustia de una generación que se siente alienada. Gunn convierte a Superman en una figura que inspira, no por su invulnerabilidad, sino por su decisión de elegir la esperanza, incluso cuando el mundo insiste en lo contrario. En estos tiempos de crisis climática, polarización política y fatiga emocional, este Superman conecta como nunca. El conflicto no se reduce a puños: se da en la duda, en la compasión, en elegir la esperanza cuando todo empuja al cinismo. Este Superman abraza su diferencia y la convierte en fortaleza. En un mundo que ya no cree, él sigue creyendo.
David Corenswet, Rachel Brosnahan y Nicholas Hoult conforman un muy buen trío interpretativo. Superman irradia nobleza sin caer en la ingenuidad, Lois Lane es audaz, intrépida, inteligente y con una calidez única: es periodista, compañera y heroína en sí misma. La química entre Clark y Lois es eléctrica, con diálogos que destilan respeto, picardía y vulnerabilidad. El nuevo Luthor, por su parte, se aleja del histrionismo caricaturesco: es un antagonista moderno, un magnate tecnocrático que se cree salvador del mundo y no un simple villano. Lex Luthor mezcla "carisma" con una oscuridad perturbadora.
El actor que encarna a Superman, David Corenswet, se revela como un gran descubrimiento. No intenta imitar a Reeve, Cavill o Routh, sino que construye un Clark Kent propio: sensible, humano, con una mirada que transmite tanto dolor contenido como una determinación inquebrantable. Su físico impone, pero es su ternura lo que lo define. Su Superman no salva el mundo con puños, sino con decisiones éticas, con actos pequeños y gigantescos de humanidad. Corenswet no imita a sus predecesores, los honra. Su Superman es empático, sereno, valiente… y profundamente humano. Un joven alienígena que no busca dominar, sino entender. Que no lucha por poder, sino por bondad. Su interpretación convierte a este Superman en el más accesible y entrañable desde Christopher Reeve.
La banda sonora, compuesta por un inspirado Michael Giacchino, es un homenaje directo al legado de John Williams. Con inteligencia y sutileza, recoge notas y acordes emblemáticos del score de 1978 para integrarlos en una partitura épica, emocionante y profundamente conmovedora. No es una copia, sino una continuidad musical que conecta generaciones. Recurre a motivos del clásico de John Williams sin abusar de ellos, los reinterpreta y los entrelaza con nuevas composiciones cargadas de emoción. Cada acorde transmite que estamos ante algo grande, familiar y, al mismo tiempo, completamente nuevo. La música aquí no acompaña: eleva, emociona, recuerda y renueva el legado musical de Superman. recordándonos también por qué este héroe nos marcó desde niños.
Este Superman es, sin lugar a dudas, un digno sucesor del legado de Richard Donner. No solo por recuperar la luz, el optimismo y la escala épica del clásico de 1978, sino porque entiende, como lo entendió Donner, que Superman es más que un superhéroe: es una idea, una esperanza, una promesa de que, incluso en los tiempos más oscuros, alguien puede elegir hacer el bien simplemente porque es lo correcto. La película respira el espíritu de Donner: optimismo, sentido del deber, ternura, épica. Pero lo hace desde el lenguaje de hoy, con nuevos códigos y una sensibilidad contemporánea. Este Superman es un faro en medio de la tormenta, una figura que nos recuerda que todavía es posible elegir el bien sin pedir nada a cambio. Una promesa cumplida. Una película que nos reconcilia con el héroe que llevamos dentro.
Si este es el punto de partida del nuevo Universo DC, estamos ante una promesa más que ilusionante. Gunn ha demostrado que se puede hacer cine de superhéroes con alma, mensaje y personalidad. Que se puede mirar al pasado sin dejar de construir futuro. Y que Superman, más allá de sus poderes, sigue siendo el héroe que el mundo necesita. Uno que nos recuerda que todavía vale la pena creer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario