domingo, 14 de septiembre de 2025

RESEÑA DE "EDDINGTON"

Introducción y sinopsis

Este viernes 12 de septiembre se ha estrenado en cines Eddington, el nuevo wéstern escrito y dirigido por Ari Aster que participó en la sección oficial de la pasada edición del Festival de Cannes, y tuvo su premiere española en el Atlántida Film Fest. La película cuenta con un reparto estelar encabezado por Joaquin Phoenix, Pedro Pascal, Emma Stone, Austin Butler, Luke Grimes y Deirdre O’Connell entre otros. L
lega a nuestras pantallas de la mano de Universal Pictures.

Ari Aster se ha consolidado como uno de los cineastas más influyentes del cine contemporáneo. Desde su debut con Hereditary (2018), un relato perturbador sobre los lazos familiares y el peso de la herencia, hasta la aclamada Midsommar (2019), que transformó la luz del verano en un escenario de pesadilla ritual, el director ha demostrado un talento único para conjugar lo íntimo con lo terrorífico. Con Beau tiene miedo (2023), llevó aún más lejos su propuesta, explorando la psique humana a través de un surrealismo oscuro y provocador. Su filmografía, aunque breve, ya ha dejado una huella imborrable, y Eddington confirma su capacidad para reinventarse y expandir su universo narrativo.

SinopsisEn mayo de 2020, la disputa entre el sheriff (Joaquin Phoenix) de un pequeño pueblo y su alcalde (Pedro Pascal) prende un auténtico polvorín al enfrentar a los vecinos de Eddington, Nuevo México.

Sobre la película

La película nos traslada a un pequeño pueblo fronterizo llamado Eddington, un enclave que parece detenido en el tiempo, pero que en realidad funciona como un espejo deformante de nuestra sociedad actual. Allí, lo cotidiano se mezcla con lo absurdo, lo político con lo íntimo, y lo real con lo paranoico. El espectador es arrastrado a un viaje que oscila entre la épica del western moderno y la ironía corrosiva de la comedia negra, con constantes giros que rozan el thriller paranoico. Aster, fiel a su estilo, construye una narración inquietante y poliédrica, que se convierte en un verdadero puzle narrativo con múltiples y variadas piezas.

Joaquin Phoenix
encarna al sheriff de Eddington, un tipo exhausto y contradictorio que decide convertir su frustración en un proyecto político personal. Su mezcla de ternura torpe y arrebatos impulsivos hace de Joe un protagonista tan magnético como incómodo: pretende “proteger” a los suyos mientras prende la mecha de un pueblo que ya era un polvorín. Aster lo filma como un vaquero de western moderno que confunde liderazgo con ruido, perfecto para ese rompecabezas narrativo de piezas que colisionan entre sí

Pedro Pascal encarna a Ted Garcia, el alcalde de Eddington, un dirigente que se mueve entre la simpatía fácil y el oportunismo político. Su personaje es un retrato incómodo del poder que se sostiene más en la retórica vacía que en las soluciones reales. Ted domina el arte de ganar la discusión del momento, aunque eso signifique profundizar en la división de su comunidad. Con carisma y un aire de aparente cercanía, Pascal da vida a un alcalde que simboliza esa política del “día a día” sin visión de futuro, donde lo importante no es construir convivencia, sino imponerse en el pulso inmediato. Su enfrentamiento con Joe Cross revela que en Eddington la lucha por el poder no es solo institucional, sino un reflejo de cómo la confrontación ha colonizado incluso las relaciones humanas más básicas.

Emma Stone
interpreta a Louise, la esposa de Joe Cross, un personaje que funciona como el pulso íntimo de la película. Su figura se mueve entre la vulnerabilidad y el desconcierto, atrapada en una rutina marcada por el aislamiento y por una sensibilidad extrema frente al entorno. Louise no es un personaje que empuje directamente la trama política del pueblo, pero sí revela cómo esa atmósfera de paranoia, confrontación y miedo colectivo acaba filtrándose en la vida doméstica. En sus silencios, en sus miradas evasivas y en su dificultad para conectar con quienes la rodean, se hace visible que el verdadero campo de batalla de Eddington no está solo en las instituciones o en la plaza del pueblo, sino también en las relaciones personales que se desgastan bajo el peso de la desconfianza y la crispación.

El pueblo de Eddington, con sus calles polvorientas y su comunidad enrarecida, funciona como un microcosmos del mundo en que vivimos. La película muestra cómo, en lugar de trabajar por la convivencia y el bien común, los personajes se ven arrastrados a reproducir los mismos vicios que marcan la política global: gritos, enfrentamientos y una estrategia constante de “y tú más”. Mientras tanto, las grandes empresas y poderes en la sombra siguen imponiendo las reglas del juego, con un control invisible pero asfixiante. Aster convierte esta crítica en una parábola contemporánea sobre el desencuentro social.

El tono de la película se ve atravesado por una preocupación latente: cómo la desinformación moldea la realidad. A través de rumores, redes locales y bulos que se expanden como pólvora, Eddington muestra hasta qué punto las sociedades se construyen y se desmoronan en base a relatos manipulados. La preocupación por las fake news impregna la narración, y el pueblo se convierte en un espejo distorsionado de nuestra era digital. El espectador no puede evitar reconocerse en esa dinámica de alarma y paranoia constante.

De hecho, Eddington se lee fácilmente como una reflexión de nuestro tiempo, una película que dialoga tanto con la nueva era Trump como con las cicatrices recientes de la pandemia del COVID-19. Aster muestra cómo esa sensación de incertidumbre global, de miedo colectivo y de polarización, ha encontrado formas de infiltrarse en lo cotidiano. El confinamiento, la desconfianza hacia el vecino, el miedo al otro, resuenan en cada rincón del pueblo, creando un retrato inquietante de nuestra fragilidad social.

La mezcla de géneros en Eddington es otro de sus grandes logros. Estamos ante un western moderno que se tiñe de comedia negra y se impregna de un thriller paranoico que crece minuto a minuto. Aster utiliza el género como vehículo para hablar de lo político y lo íntimo, lo absurdo y lo trágico, en un ejercicio de estilo que reafirma su condición de autor capaz de llevar al límite las convenciones narrativas. Lo que podría parecer un collage de tonos se convierte en una sinfonía inquietante y precisa.

Visualmente, la película es impecable. La fotografía juega con los contrastes entre la inmensidad del paisaje y la claustrofobia de los interiores, reflejando la tensión entre libertad y encierro. El montaje refuerza esa idea de puzle narrativo, en el que cada escena parece aportar una pieza más de un rompecabezas que nunca se revela del todo, obligando al espectador a ser parte activa de la experiencia. La música, por su parte, añade capas de ironía y suspense, marcando el ritmo de un relato que nunca deja indiferente.

En definitiva, Eddington es mucho más que una película: es una experiencia incómoda, provocadora y, al mismo tiempo, necesaria. A través de la historia de tres personajes atrapados en un pueblo que parece contener al mundo entero, Ari Aster nos recuerda que el cine no solo entretiene, sino que también incomoda y despierta preguntas. Estamos ante una obra que, sin duda, será discutida, analizada y revisitada, porque su fuerza radica en que nos habla de nosotros mismos, de nuestros miedos colectivos y de la necesidad urgente de acercarnos unos a otros para resistir la maquinaria de quienes nos gobiernan.

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