Sinopsis e introducción
Sam (Andrew Garfield) es un tipo desencantado de 33 años que está a punto de ser desahuciado de su complejo de apartamentos en el ecléctico East Side de Los Ángeles. Con un asesino de perros aterrorizando su vecindario de Silver Lake, y un multimillonario desaparecido dominando las noticias de la noche, Sam cae bajo el hechizo de su vecina Sarah (Riley Keough), una misteriosa ingenua obsesionada con Marilyn Monroe y la edad de oro de Hollywood, a quien descubre bañándose en la piscina de su apartamento. La conexión entre ambos es inmediata, pero cuando la joven desaparece, Sam se convierte en detective amateur, embarcándose en una búsqueda surrealista en la que recorrerá cada rincón de Los Ángeles para descifrar el secreto que hay detrás de su desaparición. Será un viaje hasta las profundidades más oscuras del misterio, el escándalo y la conspiración de la ciudad.
David Robert Mitchell (It Follows) escribe y dirige esta película que protagonizan Andrew Garfield (Silencio), Riley Keough (La suerte de los Logan), Topher Grace (Infiltrado en el KKKlan), Jimmi Simpson (House of Cards), Zosia Mamet (Girls) y Callie Hernandez (La ciudad de las estrellas (La La Land)). La película tuvo una acogida excepcional en el Festival de Cannes y, posteriormente, en el Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges.
Sobre la película
La película de David Robert Mitchell es un análisis perfecto de la (vacía) cultura pop, donde la búsqueda que hace Sam de Sarah a través de Los Ángeles convierte a la ciudad de la costa oeste americana en un personaje más de la película, una ciudad inmensa, surrealista, enloquecida y llena de perdedores, y esa visión que transmite el director de la cinta nos recuerda, y mucho, al David Lynch de Twin Peaks o Blue Velvet. Y no son las únicas referencias cinéfilas que encontramos en la película. Entre los referentes más obvios se encuentra Alfred Hitchcock,que aparece como una línea referencial en el inicio de la película, con notas claras de La ventana indiscreta o Vértigo. En la parte central y final del film, los recuerdos de películas como Un largo adiós, Con la muerte en los talones o El gran Lebowski nos vienen fácilmente a la cabeza. Como vemos, hay muchas referencias cinéfilas y generacionales constantes, hecho que atrapa al espectador (de cierta edad media) desde el inicio de la película.
Como en los clásicos del thriller negro, el personaje de Andrew Garfield (que por cierto, demuestra que es mejor actor sin máscara arácnida, con guiño incluido en la película) recorre la ciudad encontrando ramificaciones de complots y mentiras. La película es una retrato de una generación engañada por el idealismo de la industria del espectáculo y la cultura pop. Una generación condenada a la supervivencia y finalmente al cinismo, que ha armado sus estructuras mentales alrededor de la cultura popular y ve cómo el paso del tiempo los va privando de referentes.
El mensaje de la película es claro: la cultura pop, nuestros recuerdos, son señuelos y pasatiempos que nos llevan a un sinsentido del mundo moderno, la victoria de una sociedad de consumo que nos lleva a nuestra derrota con vacíos existenciales. En este sentido, la afirmación de Sam en un momento de la película es clave: “¿Por qué no asumimos de una vez que toda la infraestructura de la industria del entretenimiento que llega a las casas de alrededor del mundo no es lo que nos han dicho que es? ¿Quizá haya gente más poderosa que se comunica a través de estos mensajes, que van dirigidos a ellos, y no a nosotros?” Si te vienes arriba al pensar en ello y deseas indagar en esta teoría conspiratoria, tu viaje en la película será mucho más placentero, en caso contrario tu paso por la película se hará especialmente largo y, puede que, cansado, y en eso, las casi dos horas y media que dura la cinta no ayuda mucho, quizás el único pero que le pondría al film.
Puntuación Latidos por el cine: 7,5 sobre 10.
Interesante argumento...
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