viernes, 17 de octubre de 2025

ENTREVISTA A DANIEL GUZMÁN, DIRECTOR DE "LA DEUDA"

La Deuda es el tercer largometraje de Daniel Guzmán tras Sueños, su primer cortometraje (Goya al Mejor Cortometraje de Ficción 2003) y sus dos anteriores películas, A cambio de nada (Goya a Mejor dirección novel en 2015) y Canallas.

Tras inaugurar el Festival de Cine de Málaga, La Deuda llega a nuestros cines distribuida por Wanda Visión.

La Deuda está protagonizada por Itziar Ituño, Susana Abaitua, Luis Tosar, Francesc Garrido, el debut de Charo García y el propio Daniel Guzmán. La película es un thriller emocional cuyo rodaje se ha llevado a cabo durante diez semanas en diferentes localizaciones de la Comunidad de Madrid y Andalucía.

SinopsisLucas y Antonia, una anciana, conviven en un modesto piso en el centro de la ciudad. Pese a sus dificultades económicas, ambos afrontan la vida con humor y mucho cariño. Su vida transcurre de forma cotidiana hasta que un fondo de inversión adquiere el edificio y se ven obligados a abandonar su vivienda. Lucas intentará conseguir el dinero necesario para evitar la pérdida de la casa iniciando una huida hacia delante de difícil retorno.

En palabras de Daniel Guzmán, "La Deuda es una historia de amistad y de afecto entre personas de diferente generación que se necesitan y que se acompañan con ilusión y con sentido del humor durante su camino. Pero, sobre todo, es la historia de cómo una decisión puede cambiar el rumbo de nuestra vida e incluso la vida de las personas que nos rodean. Un viaje emocional que nos conduce por el camino incierto de unos personajes que intentan encontrar su lugar pese a las circunstancias que les ha tocado vivir. Aunque para nuestro protagonista ese camino esté marcado por una huida hacia delante."

La película está producida por El Niño ProduccionesAquí y Allí Films y La Mirada Oblicua con la producción asociada del Grupo San Pablo, con la financiación del ICAAAyuntamiento de MadridICOCREA S.G.R.Sego Finance, con la participación de RTVEMOVISTAR+CANAL SUR+, RTVM y en colaboración con la Comunidad de Madrid.

Esta semana, junto a nuestrxs grandes amigxs y compañerxs Carlos Garries (@Nexus101, Butaca 107) y Gemma Ribera (@comoxplicarte), y gracias a nuestras amigas de DYP Comunicación, tuvimos la oportunidad de entrevistar a Daniel Guzmán en el marco incomparable del Nobu Hotel BarcelonaEste es el resultado de la entrevista:

Carlos Penela.- Daniel, vi la película ayer por la noche, me gustó muchísimo, aunque me fui planchado a la cama, como es normal... Yo siempre digo que estas películas son necesarias...

DANIEL GUZMAN.- Mira, te juro que es lo que me dice la gente. Hemos hecho seis proyecciones, seis coloquios en seis ciudades diferentes. Ayer, por ejemplo, lo hice ayer en Sevilla y salió un hombre mayor llorando y me dio un abrazo. Estaba súper compungido, me dijo "gracias porque es una película necesaria", y esto me lo está diciendo la gente. Ya sollo por eso merece la pena todo el proceso de la película, si al verla te cuestionas cosas, si te hace reflexionar, eso para lo mi lo es todo. Que a ver, que las comedias están muy bie, pero que también hay que fijarse en lo que pasa en la realidad, ¿sabes?

Carlos Garries.- ¿Sabes por qué me gusta tanto la película? Porque te veo muy cercano a mí, yo también soy de barrio, entonces cuando veo este tipo de películas me llegan.

DANIEL GUZMAN.- Ahora me decía un periodista, ¿por qué tienes tú ahí una relación con el cine social? Digo, porque yo vivo en sociedad. Social viene de sociedad y el individuo viene de la sociedad. Los problemas que hay en mis películas o las cuestiones o los temas de los que se hablan son los temas que yo tengo relación con ellos.

Carlos Garries.- Sí, y el tipo de personajes que metes ahí los veo ahí en la calle, y sobre todo hay una cosa que me encanta que son tus arrugas, me encantan. Das a la película el realismo que necesita la película, así que no tengo otra cosa más que identificarme contigo. 

DANIEL GUZMAN.- Es que en la arruga está la experiencia, en la arruga está la vivencia, en la arruga están nuestros archivos, todo lo que hemos vivido. A veces es dura, pero es que cuando se produce esa comunión de "como la vida misma", el público se va contigo. Al final estás contando historias que tienes que hacerlas creíbles y veraces, por lo que te tienes que rodear de elementos como las arrugas, como un tipo de fotografía, o como un tipo de dirección actoral o de interpretación, que son elementos que necesitas para que se produzca esa comunión o conexión con el espectador. A mí me pasa como espectador, una película me merece la pena si me toca, es que si no me la creo entonces empiezo a pensar en la lista de la compra.

Gemma Ribera.- Para mí es una película donde los silencios pesan tanto como las palabras. Es decir, hay momentos en los que se queda uno pensando precisamente lo que acaba de ver. Me gustaría saber cómo trabajaste el equilibrio entre lo que muestras explícitamente y lo que se sugiere o se intuye en el film.

DANIEL GUZMAN.- 
Buena pregunta. A ver, por lo menos mi trabajo, por la formación que he recibido y por cómo cuento las cosas a través de la dirección actual, cuando una película parece que es natural, o que es espontánea, o que tiene mucha veracidad, o que tiene mucha credibilidad, no es porque cojas a actores no profesionales y los metas con profesionales, sino por el proceso que haces de trabajo. Yo generalmente intento, cuando puedo, tener tres meses de ensayos. En esos tres meses nosotros empezamos con una apropiación del texto, con un análisis, con esas improvisaciones sobre la situación imaginaria que construimos los personajes y los ponemos en pie. Cuando ya los pones en pie, no hay ninguna secuencia, ninguna toma igual a otra. Yo tengo mucho metraje y a lo mejor tengo esa misma secuencia contada de siete maneras diferentes, porque ha surgido en el aquí y ahora, que es en lo que entrenamos los actores: la escucha y la comunicación real. Entonces, en esa escucha hay silencios, y esos silencios están llenos porque tú quieres un objetivo, tú quieres conseguir una cosa concreta. Esos silencios no son pausas vacías, sino silencios que se producen entre la interacción, entre la acción-reacción de los dos actores y en la persecución del objetivo de cada personaje. Perdona, me he puesto un poco técnico, pero eso me pasa mucho en esta película, que intentamos llenar los silencios. Por ejemplo, la secuencia con Itziar de la cama es preciosa, es que el silencio habla por sí solo, y cuando tenemos tal conexión y estamos tan dentro de la historia, los silencios hacen más rico todavía al texto. Los silencios si están llenos cuentan mucho. Es un vehículo narrativo maravilloso. Muchas veces hablamos para rellenar silencios y lo mejor que puedes hacer es no decir nada y que el silencio se manifieste y hable por sí solo. Nosotros no medimos esos silencios, sino que nosotros trabajamos y esos silencios suceden de manera orgánica.

Carlos Penela.- Daniel, además de dirigir y escribir, te has vuelto a poner delante de la cámara ¿Qué te empuja a interpretar tus propias historias? ¿Es una forma de control creativo o es una necesidad emocional de estar dentro del conflicto?

DANIEL GUZMAN.- Me interesa el control creativo, lo hago produciendo la película, es la única manera de yo controlar. Cuando eres director y productor a la vez, tienes un problema. Hay una lucha entre lo artístico y lo económico, y a mí me gana siempre lo artístico, por eso siempre digo que no quiero volver a hacer ninguna película, porque son todas deficitarias, en todas me endeudo. Me gana el director al productor y ahí estamos jodidos. Respecto al tema de estar delante de la cámara, aquí no era la primera idea, fue por necesidades y por circunstancias que pasaron. Estuve buscando un año y pico a Charo, al personaje de Antonia, vi 700 y pico mujeres de edad avanzada. Cuando la tuve empecé a ensayar con ella durante tres meses. Cuando terminé los ensayos empecé a buscar al actor. Encontré dos opciones muy interesantes y quería que hubiera sido uno de ellos el protagonista, pero Charo se cayó en la residencia y se partió dos costillas. Los terapeutas y los los hijos me dijeron, "Dani está en una edad muy avanzada, está muy delicada, creemos que no va a aguantar si tienes que esperar tres meses para rodar con ella" - porque necesitaba ensayar con uno de los dos actores para el papel -. En esos tres meses previos de ensayos entre ella y yo nació una relación de afecto increíble, una relación emocional y una complicidad que yo cuando grababa las pruebas ya la veía. Cuando me quedaba ya muy poco tiempo, dije, tengo que decidir entre darle a un actor este guion y en dos semanas rodar (que parece una falta de respeto y que no va a tener las herramientas para este protagonista), o hacerlo yo, que conozco totalmente al personaje (pues está basado en mí, en hechos reales) y que ya tengo la relación emocional establecida con Charo. Estaba en esa tesitura. Entonces, Televisión Española, Movistar y toda la gente que estaba en la película vieron las pruebas y me dijeron que no tenía ningún sentido que te tirara al vacío mis ensayos con Charo, más cuando ella ya no podía enseñar en condiciones de tiempo con ningún otro actor, y sobre todo cuando yo ya tenía hecha la relación con Charo, y cuando veíamos todos veíamos que la relación transcendía de la pantalla. Me dio mucha pena por mis compañeros, por todos las personas a las que había probado, pero la verdad era que la unión que yo tenía con Charo ya estaba creada creada, y no la hubiera podido crear en dos semanas con otra persona.

Carlos Garries.- Otro actor importante en tu película es Madrid,  esos paseos que haces con Charo, esas subidas, esas bajadas, los polígonos y todas las calles que has filmado. ¿Cómo  cómo trabajaste la fotografía? ¿Cuándo llegáis a la conclusión que es ese Madrid el que tú querías reflejar en esa fotografía? Es precioso.

DANIEL GUZMAN.- Le va a hacer mucha ilusión a Ibon Antuñano, porque es una apuesta estética diferente. Te dicen que todo el cine social es feísta, ¿verdad? Pues mira, me encanta que me lo digas y sobre todo te lo agradezco porque le dije a Ibon "creo que te voy a dar una referencia, Edward Hopper". Creo que la luz que tiene sus cuadros, si se la dotamos a Madrid, nos vamos a salir de las obviedades o del encasillamiento en el que está el cine social. Yo creo que tengo que hacer una foto elegante, una fotografía con luces y con sombras, pero también con luces con colores cálidos y fríos a la vez, y que nos entre estéticamente para que luego la película dura que es a veces no se convierta en melodrama. Eso fue la premisa y por eso decidimos esta fotografía. A partir de ahí tienes que hacer localizaciones que vistan esa fotografía y que la fotografía vista esa localización. Y hay fotografías ahí, una parte de ese Madrid que generalmente no se suele ver, que no se mira, y hay otra parte de Madrid que de repente dice mucho, pero eso es mérito de Ibon, es un tipo excepcional.

Gemma Ribera.- Si pudieras mostrar esta película a algún personaje influyente, ya sea político, mediático, famoso, etc. ¿A quién sería? ¿Qué escena recalcarías o qué mensaje lanzarías?

DANIEL GUZMAN.- 
Pues creo que si tuviera la oportunidad de enseñársela, se la enseñaría a todos los grupos políticos. Y no voy a generalizar, porque efectivamente ni todos los grupos políticos ni todos los programas políticos son los mismos, ni todos los políticos son iguales. Eso es mentira. Eso es un generalismo para evitar posicionarte y para evitar tomar cartas en el asunto como ciudadano, con los problemas que nos tocan. Me gustaría que la vieran algunos, porque muchos van a estar de acuerdo sobre el tema de la gentrificación y otros que no están de acuerdo me gustaría que, por lo menos, les interese reflexionar o les cuestionase. Insisto, me encantaría que esta película se pudiera poner a todos los grupos políticos y que pudiéramos debatir y hablar de ella por el tema social y por el tema humanista que tiene la película. El tema de nuestra relación con los mayores es un tema social. El tema de la culpa también es social, aunque parezca religioso, pero también es social. 

Carlos Penela.- Precisamente, al hilo de lo que acabas de comentar, ¿podrías hablarnos sobre el peso de la culpa en la película?

DANIEL GUZMAN.- Bueno, es uno de los temas fundamentales de la película. La película habla de tres temas importantes para reflexionar o, por lo menos, cuestionarse ciertos modelos, como la gentrificación, la necesidad de afecto (que es lo que mueve al ser humano)  entre dos personajes de diferente generación que se cuidan y se acompañan, y luego algo importante, que es que yo creo que las personas muchas veces hacemos lo que podemos, lo que nos dejan, más allá que la teoría meritocrática de que somos lo que queremos, No señores, esto no es así, depende de muchas circunstancias, factores ambientales, sociales, económicos, genéticos, etc. Y como dices, la culpa es uno de los temas capitales de la película, y tiene que ver con esa cultura judeocristiana. Es esa frase final que se ve en la película, justamente que la culpa está intrínseca en nosotros, en nuestro ADN, a nivel religioso, a nivel social, que nos bloquea, que nos fagocita y que no nos deja muchas veces evolucionar y no nos deja permitir equivocarnos. No quiere decir que justifique nuestros errores, porque el personaje de Lucas es muy complejo, tiene luces y tiene sombras, como todos nosotros, según las circunstancias, pero o tengo un tema con la culpa que no consigo deshacerme, es un lastre muchas veces porque me bloquea, entonces quería profundizar, reflexionar o hablar de ella porque quiero avanzar y quiero evolucionar como ser humano, y  la culpa muchas veces me ha bloqueado.

Gemma Ribera.- Para mí también hay un factor en la película, hablando de esta culpa y todo esto, que son los límites de la desesperación. ¿Qué podemos hacer para sobrevivir? ¿Cuál crees que es la "deuda" más urgente a nivel de la sociedad española?

DANIEL GUZMAN.- La película
 habla de tres deudas, la afectiva con nuestros mayores, la tercera edad, que muchas veces entran en exclusión social o les apartamos, esa es una deuda que tenemos. La deuda con el tema de la vivienda, la gentrificación ya hecho insostenible la situación, la tensión inmobiliaria, no puede ser que el 80% de tu sueldo ya vaya ni siquiera por una vivienda, porque tienes que estar en pareja o para comprártela o para alquilarla, ni siquiera para crearte una habitación, porque es un bien necesario y porque eso ahora mismo le tenemos que dar una solución, pero no nosotros, es que eso es parte de la Administración y del Gobierno, de que adopten medidas proteccionistas, esto ya no hay quien lo arregle, o vivienda social o medidas. Claro, aquí sólo ganan tres grandes grupos, que son los fondos de inversión, los bancos y las grandes inmobiliarias, y mientras tanto la gente se va a las afueras, a vivir a otros pueblos, porque aquí ya no pueden vivir. Y por último, la deuda del juicio, la de juzgar a las personas, la de intentar analizar antes de opinar o antes de tipificar a alguien, intentar saber sus circunstancias, su causa, por lo menos para comprenderlo, porque es la única manera. Ah, hay otra deuda, que es la de la polarización política, por ejemplo, o blanco o negro, o clase alta o clase por debajo de la obrera, o de un partido o de otro, amigo o enemigo, o el bien o el mal, no hay camino entre medio que recorrer.

Carlos Penela.- Daniel, estaba pensando en lo que decías de la polarización, y lo ligo con todo el tema de las redes sociales. Nosotros aún lo vemos, pues tenemos cierta edad y no hemos nacido con las redes sociales, pero pienso en mis hijos y el panorama es muy negro....

DANIEL GUZMAN.- Yo creo que lo estamos viendo, es una putada esta época, parece que todas las épocas han tenido de todo, pero entre que está el mundo raro, con la polarización con el fascismo, con las guerras, etc., creo que ya se han pasado límites que no tienen marcha atrás. Muchas veces han pasado límites donde no nos entendemos y donde todo es conflicto. El tema de las redes sociales... A ver cómo digo esto para no parecer abuelo cebolleta, pero yo prefiero no haber vivido esta época. Prefiero haberme relacionado en la calle y en la vida con todo lo que tenía mi entorno, equivocarme y probar todo no a través de la pantalla. Yo también tengo un hijo con el que me cuesta mucho la adicción que tiene a un dispositivo móvil. Cuando tú ves el consumo, si pasa de dos horas, ese niño ya ha perdido la infancia o la adolescencia. Si sales a jugar y te quedas en el sofá... El tema de las redes y todo lo que está generando de esa exposición es muy peligroso, parece que estás viviendo vidas de mentira para que otros te vean a través de una pantalla. Estás en una impostura constante y eso afecta mucho a todos a nivel emocional. Y luego el cómo se usa a nivel de grupos políticos, para crear un el caldo de cultivo ya desde los 12 años hasta los 20. Es complicado, os lo digo de verdad. A lo mejor es que estoy pasado ya de edad, pero yo prefiero no haber vivido esto en mi infancia y adolescencia.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTREVISTA A DANIEL GUZMÁN, DIRECTOR DE "LA DEUDA"

La Deuda  es el tercer largometraje de  Daniel Guzmán  tras  Sueños , su primer cortometraje (Goya al Mejor Cortometraje de Ficción 2003) y ...