Hablar de Alberto Vázquez es hablar de uno de los grandes renovadores de la animación europea contemporánea. Nacido en A Coruña en 1980, este ilustrador, dibujante de cómics y cineasta se ha consolidado en la última década como un autor con una voz única, capaz de transformar la animación en un vehículo de reflexión social, política y filosófica. Con títulos como Psiconautas, los niños olvidados (2015), premiada con el Goya a Mejor Película de Animación, o la más reciente y provocadora Unicorn Wars (2022), donde ositos de peluche adorables se enfrentaban en una guerra fratricida cargada de simbolismo, Vázquez ha demostrado que su cine no se acomoda en etiquetas y que su mirada es, ante todo, arriesgada, lúcida y profundamente necesaria.
Antes de Decorado, su filmografía ya se movía entre lo poético y lo brutal, entre la ternura y la oscuridad. Obras como Birdboy (2011), corto que le valió un Goya y que luego se expandió en el largometraje Psiconautas, o sus múltiples colaboraciones en cómic, han configurado un estilo inconfundible. Su nombre aparece ya asociado a festivales como Annecy, Cannes o Sitges, y a una idea clara: la animación es mucho más que entretenimiento infantil, es un lenguaje que puede mirar de frente al mundo adulto y hablar de lo que más nos duele.
La película Decorado (2025) parte de un cortometraje homónimo que el propio Vázquez estrenó en 2016. En apenas once minutos, aquel corto supuso un golpe de efecto en el panorama internacional: un ratón de mediana edad empezaba a sospechar que todo lo que le rodeaba —su matrimonio, sus amistades, su entorno— era falso, un mero escenario. Con una estética en blanco y negro, poderosa y minimalista, la pieza se llevó el Goya al Mejor Cortometraje de Animación en 2017, y recorrió festivales tan prestigiosos como Cannes (Quincena de Realizadores), Toronto y Annecy, consolidando a Vázquez como un autor a seguir.
El paso al largometraje era casi inevitable. Ahora, Decorado expande aquella semilla en una historia de 95 minutos que sigue a Arnold, un ratón que vive inmerso en una crisis personal, laboral y emocional. Lo que en el corto era intuición, aquí se convierte en un viaje existencial que mezcla paranoia, sátira social y filosofía. Vázquez juega con la sospecha de que el mundo entero es una farsa, un decorado artificial que se derrumba, y con ello abre la puerta a un relato tan contemporáneo como universal: ¿qué significa ser auténtico en una sociedad que nos impone papeles preestablecidos?
Un nombre imprescindible en esta película es el de Chelo Loureiro, productora gallega que se ha convertido en una de las grandes impulsoras de la animación española en los últimos años. Loureiro ha estado detrás de proyectos clave como Valentina (2021), Goya a Mejor Película de Animación, o Unicorn Wars, también de Vázquez. Su productora Abano Producións se caracteriza por apostar por voces singulares, arriesgadas y socialmente comprometidas, y Decorado no es una excepción. Gracias a su labor, el cine de animación español ha podido cruzar fronteras y consolidarse en circuitos internacionales que antes parecían reservados a producciones gigantes.
En Decorado, Loureiro y Vázquez vuelven a unir fuerzas junto a otros socios como Uniko o Sardinha em Lata (Portugal), construyendo una coproducción ibérica que demuestra la fuerza de la colaboración en un sector tradicionalmente frágil. El trabajo de Loureiro no es solo financiero: es también creativo, acompañando a los directores en procesos complejos y dándoles el espacio necesario para arriesgar. En tiempos en los que la animación comercial domina con fórmulas repetidas, productoras como la suya son las que permiten que florezcan propuestas que sorprenden e incomodan.
Los temas que atraviesan Decorado son múltiples y de enorme calado. Por un lado, está la crisis de identidad de su protagonista, atrapado en una vida rutinaria que no le satisface. También la alienación social, la sensación de que vivimos en un mundo prefabricado, diseñado por fuerzas externas. La crítica al capitalismo y al control corporativo aparece a través de un entorno que se percibe manipulado y artificial. Y, en el fondo, late una reflexión profunda sobre la fragilidad mental, la dificultad de encontrar sentido en un mundo lleno de máscaras. Vázquez no da respuestas fáciles, pero sí abre un espejo en el que cualquiera puede reconocerse.
El estilo de animación de Decorado merece un apartado propio. Frente al blanco y negro del corto, aquí se opta por un uso del color medido y simbólico, con paletas limitadas que evocan tanto ternura como desasosiego. Los personajes animales antropomorfos, adorables a primera vista, funcionan como un contraste brutal con la crudeza de lo que cuentan: el derrumbe de las certezas vitales. Esta dialéctica entre forma dulce y fondo oscuro es ya marca de la casa en Vázquez, y aquí alcanza una de sus cumbres visuales. Cada plano parece diseñado para recordarnos que, tras la aparente calma de la vida cotidiana, se esconde algo profundamente inquietante.
La película también dialoga con referentes culturales que el espectador reconocerá. Es inevitable pensar en El show de Truman, en esa sospecha de que la vida es un escenario; o en fábulas distópicas como las de Orwell, trasladadas al terreno de la animación. Pero Vázquez lleva todo a su propio terreno, con un humor negro y un surrealismo que son inconfundiblemente suyos. El resultado es un cine que entretiene, pero sobre todo provoca, sacude y obliga a salir de la sala con preguntas incómodas.
En el plano internacional, Decorado ha tenido ya un debut brillante: su estreno mundial en Fantastic Fest en septiembre de 2025 fue recibido con entusiasmo, y su paso por Sitges y el BFI London Film Festival confirma que estamos ante uno de los títulos más esperados del año. Con estreno comercial en España previsto para el 24 de octubre, la película promete situar de nuevo la animación española en el mapa de lo imprescindible.
En definitiva, Decorado no es solo una película de animación: es una experiencia sensorial, filosófica y emocional. Alberto Vázquez confirma que es un autor imprescindible y Chelo Loureiro, que su labor como productora es vital para la salud de nuestro cine. Si alguna vez dudaste de que la animación pueda hablar de los grandes dilemas de la vida, esta película es la respuesta. Oscura, bella, inquietante y profundamente humana: un decorado que se rompe para mostrarnos lo que realmente hay detrás.
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