sábado, 11 de octubre de 2025

RESEÑA DE "MOTHER'S BABY", DE JOHANNA MODER - SITGES FILM FESTIVAL

Sinopsis e introducción

Mother's Baby
es un thriller psicológico dirigido por Johanna Moder, directora y guionista austríaca detrás de "High Performance" (2014) y "Once Were Rebels" (2019).

Esta coproducción entre Austria, Suiza y Alemania está protagonizada por Marie Leuenberger ("El orden divino"), Hans Löw ("Toni Erdman’n"), Claes Bang ("The Square") y Julia Franz Richter ("El buzo").

La historia sigue a Julia, una directora de orquesta exitosa, y su pareja Georg, quienes recurren a un procedimiento experimental para concebir. Tras un parto complicado, Julia duda si el bebé que llevan a casa es realmente suyo, poniendo a prueba su matrimonio.

La película se presentó en la Sección Oficial de la Berlinale 2025 y ha tenido su première española en el Festival de Sitges. Se estrenará en cines el 9 de enero de 2026.

La maternidad como laberinto

Hay películas que eligen el camino de la sutileza para hablar del miedo, y Mother’s Baby, dirigida por Johanna Moder, es una de ellas. Tras su paso por la Berlinale, el film llega a Sitges envuelto en el eco de un thriller psicológico, pero lo que ofrece va más allá del género: es una mirada fría, precisa y a veces perturbadoramente real sobre la maternidad, la identidad y la pérdida del control. Moder construye un relato que empieza como un drama íntimo y termina como una experiencia de inquietud emocional.

La historia se centra en Julia, una directora de orquesta interpretada con extraordinaria intensidad por Marie Leuenberger, que se somete junto a su pareja (Claes Bang) a un tratamiento de fertilidad. El nacimiento de su hijo, lejos de ser un punto de llegada, abre una grieta en su mente: siente que el bebé que le entregan no es suyo. A partir de ahí, la película explora el delirio de la duda materna con una mirada contenida, sin giros efectistas ni monstruos evidentes, sino con el horror cotidiano que habita en la fragilidad psicológica.

Moder filma la maternidad no como un milagro, sino como una zona de sombra donde la presión social, el cuerpo y la identidad se entrelazan. La puesta en escena es fría, aséptica, como el hospital donde empieza todo. Cada plano respira control, y esa misma precisión convierte la narración en un espejo del estado mental de Julia: cada vez más rígido, más fragmentado, más distante. En esa distancia, la película encuentra su poder, pero también uno de sus límites.

Entre sus mayores aciertos está la actuación de Leuenberger, una interpretación física, tensa y llena de matices. Sus silencios, su mirada, su respiración transmiten más que cualquier diálogo. A su lado, Claes Bang encarna con ambigüedad a un marido que oscila entre la comprensión y el escepticismo, mientras el personaje del doctor Vilfort (interpretado por Andreas Lust) introduce un inquietante eco de control masculino sobre el cuerpo femenino. Las dinámicas de poder se sienten más que se enuncian, y eso otorga al relato un trasfondo político sutil pero presente.

El diseño visual acompaña con inteligencia: tonos neutros, espacios cerrados, ausencia casi total de exteriores. La fotografía de Severin Fiala (sí, el mismo de Goodnight Mommy) acentúa la sensación de encierro, y la música —reducida a cuerdas que rozan el disonante— evoca un continuo temblor. Es una película de textura más que de trama, y ahí radica su personalidad. Cada detalle técnico contribuye a una sensación de desasosiego que no desaparece incluso cuando la historia pierde foco.

Porque Mother’s Baby también tiene sus sombras. En su afán de mantener la ambigüedad, a veces sacrifica la tensión narrativa. Moder parece temer las conclusiones, y eso hace que algunos espectadores puedan desconectarse emocionalmente en el tramo final. Ciertos símbolos —como el axolote que reaparece como imagen del miedo biológico— resultan brillantes en lo conceptual, pero reiterativos en su ejecución. La película, en su búsqueda de perfección, corre el riesgo de volverse demasiado cerebral.

Aun así, cuando los créditos aparecen, lo que queda no es el argumento, sino una sensación de desasosiego profundo. Mother’s Baby habla del cuerpo que ya no obedece, de la mente que se quiebra bajo la exigencia de ser madre, y de la delgada frontera entre el amor y la alienación. No es una película fácil ni complaciente, pero sí una de las más honestas, elegantes y emocionalmente incómodas del cine europeo reciente. En tiempos de discursos uniformes sobre la maternidad, Moder ofrece algo mucho más valioso: el reflejo helado de lo que no queremos mirar.

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