Laura Casabé es realizadora audiovisual, guionista y directora de cine. Ha dirigido más de 50 cortometrajes presentados en numerosos festivales. En el 2016 estrena La Valija de Benavidez, estrenada en la sección Blood Window del Marche du Film en el Festival de Cannes, y que se pudo ver en los festivales de Stiges y Bafici entre otros, cosechando más de 7 premios internacionales. En el 2019 estrena Los que vuelven ganadora del premio a la mejor película en el Festival de Mar De Plata, además de los premios a la Mejor pelicula Iberoamerica, del Mercosur y Mejor dirección en el Festival Internacional de Sitges.
Ambientada en el verano de 2001 en el conurbano bonaerense —cuando la crisis económica late como un ruido de fondo—, sigue a tres amigas (Natalia, Mariela y Josefina) cuyo triángulo con Diego deriva en celos, supersticiones y un recurso a lo folclórico-mágico para torcer la realidad. La sinopsis podría sonar conocida; lo singular es cómo Casabé abraza el coming-of-age y lo contamina con un terror íntimo, social y de clase, donde la “virgen” del título funciona como mito, amuleto y espejismo.
La puesta en escena apuesta por el calor físico: polvo, sudor, zumbidos de verano y apagones que empastan sensorialmente el relato. El resultado es un clima opresivo pero hipnótico, que trabaja la sugestión más que el sobresalto y deja que los símbolos (agua estancada, devociones populares, pequeños rituales) emerjan sin subrayados. Es el tipo de horror que gotea, más cercano a la fiebre que al impacto, y que dialoga con la tradición literaria de Enríquez sin mimetizarla.
El elenco, encabezado por Dolores Oliverio y acompañado por figuras como Dady Brieva y Fernanda Echevarría, mantiene un equilibrio admirable entre lo natural y lo perturbador. Sus interpretaciones, contenidas pero cargadas de tensión, contribuyen a que el relato conserve siempre un pie en la realidad, por más que el terreno simbólico vaya ganando espacio a medida que avanza la historia.
Como adaptación, La virgen de la tosquera es fiel al espíritu más que a la letra: toma los temas —el miedo, el cuerpo, la tensión entre fe y precariedad— y los vuelve cine con personalidad. Tras su recorrido por Sundance y este aterrizaje en Sitges, queda como una pieza clave de la actual ola de terror rioplatense y una puerta de entrada luminosa (y oscura) al universo de Enríquez.
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