sábado, 15 de noviembre de 2025

ENTREVISTA AL DIRECTOR RAMÓN LUQUE - "ELLA EN MIL PEDAZOS"

Ella en mil pedazos es una película dirigida por Ramón Luque (Rosalinda) y protagonizada por Julia Piera (Candidata Premio Max 2024 por Valor, agravio y mujer, Serie TV Cuéntame), Ana Capella (Teatro: Edipo Rey; Series TV: HerederosUn paso adelante), Laura Cepeda (actriz y prestigiosa directora de casting), Carlos Cabra (Amar es para siempre; La novia gitana; Red Púrpura) y Héctor González (Sesión 1.16; Encontrados en NYC, Rosalinda). Una producción de MetanoiaProyecto ManhattanClapham MangAncha.

Buscando la autenticidad y la singularidad, la reflexión sobre la salud mental y la situación de la mujer en el mundo actual, se quiere mostrar un retrato del ser humano a través de unos personajes audaces y apasionados, que conviven en una clínica psiquiátrica.

En palabras de su director Ramón Luque"Estamos muy contentos con el trabajo hecho. Es una película que sorprenderá a muchos. Un thriller psicológico de gran intensidad que transcurre en una clínica psiquiátrica. Un cuento gótico plagado de intriga y también con gotas de terror e incluso de humor. Un relato trepidante que no dejará tregua al espectador".

SinopsisLa doctora Nuria Lorenzo (Julia Piera), una joven psicóloga, llega a la clínica del Dr Oliver, un moderno centro de salud mental situado en medio de la nada. Su objetivo es ayudar en la investigación y curación de una mujer completamente fuera de sí, Ella (Ana Capella), una mujer de pasado conflictivo y complicado, asediada por la enfermedad mental que alterna momentos de absoluta paranoia con otros de gran lucidez e inteligencia. Mediante una terapia muy particular, Nuria tratará de estudiar y sanar a una mujer rota, en la que encontrará una amiga y también una enemiga, una mujer con la que establecerá un extraño juego de espejos, donde se mezclarán pasado presente y futuro, locura y cordura, realidad y ficción. Mientras tanto, alrededor de las dos mujeres se desatarán luchas e intereses más oscuros entre el personal de una clínica que se parece cada día más a una cárcel de la que es imposible salir...

Ramón Luque es profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid e investigador del cine, autor de numerosos libros en este campo. Doctor en Comunicación por la Universidad de Salamanca, Luque ha escrito y dirigido: El Proyecto ManhattanHollywoodHistorias de Lavapiés y Rosalinda.

Gracias a nuestra amiga de prensa Carmen Jiménez hemos podido entrevistar al director de la cinta, Ramón LuqueÉste es el resultado de la entrevista:

Carlos Penela.- Ramón, la película se sitúa en un centro psiquiátrico aislado, gira en torno a una doctora y una paciente. ¿Cómo surge la historia?

RAMÓN LUQUE.- Es muy interesante esa pregunta porque la historia surge del deseo de hacer una película que reúna tres condicionantes que leí en una entrevista a Itsaso Arana, la directora y actriz de cine, cuando rodó una película encantadora, que no tiene nada que ver con la mía, "Las chicas están bien". En dicha entrevista decía que ella partía de tres condicionantes para su película: vida, verdad y valentía. Yo me quedé con eso y, entonces, Ana Capella, que es la coguionista y es una de las actrices protagonistas, y yo nos pusimos en base a ello. Ella empezó a contar recuerdos suyos, experiencias suyas, y yo con esas experiencias lo que hice fue incrustarlas en una trama de entretenimiento. Es decir, había una verdad y una exposición tremenda de ella y de su vida, había también una vida auténtica, había valentía, y lo que yo añadí fue el entretenimiento o el intentar convertir eso en una intriga, en un thriller. Poco a poco fue naciendo la historia de una mujer que es un retrato personal, por un lado, con sus traumas, traumas que pueden compartir muchas mujeres y muchos hombres, y por otro lado, hacer una intriga, una trama detectivesca, casi criminal, que enganchara y que sorprendiera. Y poco a poco surgió la idea de marcarlo en una especie de sanatorio, de clínica mental aislada del mundo, hacer la película un poquito conceptual, digamos. Y así surgió la idea.

Carlos Penela.- Al hilo de lo que comentas, ¿Cómo ha sido ese equilibrio entre esos tonos distintos que tiene la la película y cómo has trabajado con el reparto, esa dualidad desde la dirección y desde la puesta en escena?

RAMÓN LUQUE.- Realmente en el rodaje, en los ensayos, en la iluminación, en la realización, y también, por supuesto, en dirigir a las actrices principalmente y al resto de los actores, estaba todo muy separado. Por ejemplo, primero los flashbacks, recuerdos de la protagonista, fue lo primero que rodamos en un teatro. En la siguiente parte, el resto de los días, que fueron como dos semanas y media, lo ocupamos en rodar la parte más de acción, más de intriga pseudocriminal. Entonces, ambas cosas estaban muy separadas. La combinación tiene sus riesgos también, porque mucha gente que espere un thriller puede decir que a lo mejor es demasiado profunda, o unas personas que esperen una película de autor muy profunda, diga "ah, pero se banaliza con el tema del crimen". Realmente hemos querido poner una tercera vía donde la película resulte autoral, resulte profunda, pero que a la vez entretenga, que atrape. Yo creo que lo hemos conseguido, lo digo por gente que ya la ha visto. Estrenamos en la Cineteca, en el Festival de Cine de Madrid, y la verdad es que la gente me confesó que la película atrapaba desde el principio. Al menos eso lo hemos conseguido sin traicionar la otra parte, que es que haya vida, verdad y valentía. Todo muy ambicioso, por supuesto, pero bueno, si no partimos de una ambición alta no vamos a llegar a nada. Hay que poner el listón lo suficientemente alto.

Carlos Penela.- ¿Puedes hablarnos del reparto y de cómo llegan a la película?

RAMÓN LUQUE.- Bueno, con Ana Capella, que es la protagonista, que hace el papel de la paciente, yo la dirigí hace años. Me reencontré con ella hace como tres, cuatro años. Hemos llevado o intentado llevar varios proyectos entre sí. Surgió la posibilidad de hacer esta película a partir también de ella misma, por lo tanto, yo confío mucho en ella. Es una actriz kamikaze que se lanza por todo. Tiene un talento increíble, un talento natural increíble. Creo que intenté hacer un papel y escribir un papel muy a su medida, que fuera una especie de explosión de emociones y creo que ella sale bastante bien de este reto. La presencia de Julia Piera en la película fue posible una vez ya bastante avanzado el proyecto. Necesitábamos el papel de la otra actriz protagonista, el papel de la médico, el papel detectivesco. Necesitábamos un perfil muy psicológico, pero más interior, más profundo, muy cerrado, muy para adentro, pero que a la vez expresara muchísimo. Julia Piera es una actriz emergente a todos los niveles, de gran prestigio en televisión, en el teatro, y siempre me he fijado en su gran talento y su capacidad para con poco decir muchísimo. Julia Piera mira la pantalla como esa detective, esas expresiones que tiene tan sutiles y que te dan ganas de saber qué está pasando por esa cabeza, qué está intentando esa mujer. Para mí, desde luego, trabajar con ella ha sido una experiencia increíble, distinta además, distinta también por los caracteres de ellas dos y por los caracteres de los personajes que ellas interpretan, pero totalmente apasionante.

Carlos Penela.- Si no me he documentado mal, creo que habéis rodado entre Madrid y Valencia. ¿Cómo has trabajado visualmente el espacio de la clínica, que aparece como un lugar entre lo terapéutico por un lado, lo opresivo por otro, y que desde luego es un personaje más de la película?

RAMÓN LUQUE.- Totalmente, y sí, hemos rodado casi todo en Madrid y un par de días en Valencia para otras escenas. El responsable de todo lo que comentas es el director de fotografía, Iván Sánchez, con el que hablamos de una estética muy determinada para la película. Yo le comentaba que quería una especie de neogótico, es decir, un gótico minimalista, no el gótico de cuervos y todo muy oscuro y tal, sino un gótico, digamos, minimalista, basado en La casa encantada. Digamos que coge cositas, muy sutilmente de lo gótico, de lo psicológico, incluso del terror, y se aplica a La casa encantada. El espacio, por supuesto, es otro personaje más. Iván supo crear y sacar partido de las localizaciones de una manera increíble. En el tratamiento precisamente de la puesta en escena, si te das cuenta es un poco kubrickiana, estilo Kubrick, es decir, hay una distancia emocional por un lado. Los personajes, hay muchos planos donde hay una separación tremenda por parte del espectador. Además, también se quería abundar en la aberración. Hay algunas veces en las que los personajes aparecen al borde de la distorsión, eso es muy a propósito, porque lo que se trata es de entrar en un espacio un poquito de sueño, de complejidades mentales, incluso de alucinaciones, sin serlo del todo, pero abundando en ello. El tratamiento de la fotografía, de la iluminación y el tratamiento de los espacios fue fundamental para esto.

Carlos Penela.- Para redondear lo que dices, ¿Qué nos puedes decir del tema de la banda sonora?


RAMÓN LUQUE.- La banda sonora es de Antonio Meliveo, con quien ya trabajé en "Historias de Lavapiés". Antonio Meliveo ha tenido tres nominaciones a los Goya, trabajó con Antonio Banderas en "El camino de los ingleses", con Benito Zambrano en "Solas". Bueno, no necesita presentación este hombre, a mí nunca me defrauda y siempre me sorprende. La intervención de la música en la película, para mí no iba a tener tanto protagonismo como al final ha tenido, al final él ha conseguido empapar toda la película en música. La música está por todos lados, y nunca he trabajado con alguien que se adapte tanto y ponga su música a disposición de la trama. La música no sé si es otro personaje, pero desde luego te agarra, literalmente te rodea, rodea al espectador y lo mete y le da un mayor dramatismo y una mayor emocionalidad a absolutamente todo lo que pasa. La película sería muchísimo peor sin la intervención de esta música maravillosa que la eleva completamente.

Carlos Penela.- Ramón, la película reflexiona sobre la salud mental. ¿Qué percepción tienes de la evolución por parte de la sociedad con estos temas y de la evolución que ha tenido el tema de la salud mental en el cine?

RAMÓN LUQUE.- Bueno, la salud mental siempre se ha usado en el cine, muchas veces de forma muy bien hecha narrativamente y con películas de calidad, aunque siempre también nos hemos encontrado continuamente con el estigma del loco, del que está separado. Eso ha sido continuo, y creo que va siendo hora (creo que está pasando ya) que haya otras narraciones, otras historias, otras películas. Que se vea que la salud mental es algo, sobre todo humano, es algo por lo que en algún momento todos vamos a pasar o todos estamos pasando, para bien o para mal. Hay un momento incluso en el que uno de los personajes de la película dice "basta de diagnósticos", y eso es así, no diagnostiquemos continuamente porque el dolor que tú sientes es un dolor humano en primer lugar, no es un dolor patológico, realmente por lo que tú pasas pasa todo el mundo. Creo que esa normalización de la salud mental, igual que la normalización de que te duela una parte del cuerpo, de que tengas que ir al médico por tal por tal cosa, me parece imprescindible. Piensa además que la salud mental narrativamente da mucho juego, es la mente la que sufre y la mente es la que crea imágenes, la mente es la que tiene imaginación, la mente es la que cuenta historias. Por lo tanto es mucho más apasionante para los que nos dedicamos al cine.

Carlos Penela.- ¿Y cómo ves el panorama del cine español actual en cuanto al thriller psicológico y a propuestas más arriesgadas temáticamente, como creo que es Ella mil pedazos?


RAMÓN LUQUE.- Yo en general creo que el cine español tiene muy buena salud. Lo único que sucede es que siempre hay una especie de cuello de botella mediático que impide a muchas películas abrirse paso. Sabemos los condicionantes que tiene, por ejemplo, el tema de las televisiones. Si las televisiones, en su mayoría, están obligadas literalmente por ley a invertir en cine, pues quieren correr el menor riesgo posible, por lo tanto es lógico que inviertan en unas películas que son o bien productos comerciales o bien con unos actores, con unos directores, con unas tramas que obedecen un poco al mismo estereotipo. Por lo tanto, arriesgar es complicado. Todo esto que te hablaba del tema de he querido meter verdad, vida, valentía, con tal y cual, es un ámbito en el que es cada vez más complicado. También te diría que hay una cosa muy buena, cada vez se hacen más películas. Eso no tiene por qué ser malo. Yo echo de menos un poco la clase media que había en el cine en los años ochenta, noventa, donde se podían contar unas historias humanas, que tampoco es que fueran un cine de autor vanguardista, pero que sí eran unas historias humanas bien contadas y con cierta tranquilidad, no buscar el efectivo por el efectivo, que el efectivo también está bien, y el espectáculo tiene que formar parte del cine, por supuesto. Entonces, por un lado, nunca se han hecho tantas películas en España, lo cual es bueno, pero por otro lado, es difícil que haya un equilibrio. No veo una clase media, veo que hay un cine que pervive ahí muy oscurecido y luego unas películas, que muchas veces son unas cuantas nada más, que ve todo el mundo. Dicho esto, también así funciona el mundo y así funciona el mercado. Yo creo que el cine español es premiado, es visto históricamente, ha ganado muchos premios, nuestra propia percepción del cine español creo que mejora ahora más que hace unos años, a pesar de que a veces haya cierta polémica política, que siempre estará ahí, parece que este país funciona muchas veces de esta manera, pero yo soy muy optimista por cómo es el cine español y los grandes profesionales que hay.

Carlos Penela.- Ramón, has dirigido previamente títulos como Historias de Lavapiés, en el 2014, o Rosalinda en el 2020. ¿Cómo ves tu evolución, tu mirada cinematográfica desde entonces hasta ahora, hasta llegar a este proyecto?

RAMÓN LUQUE.- Yo sigo empeñado en buscar cierta autenticidad, aunque también habría que ver que se entiende por autenticidad. En "Historias de Lavapiés" trato de reflejar la vida tal y como era para algunos en el barrio; en "Rosalinda", hablando de Shakespeare, trato de hablar del amor en carne viva, de las grandes verdades filosóficas humanas que sobre el amor y sobre el deseo tienen todas las personas; aquí en "Ella en mil pedazos" sobre la salud mental, hablando del retrato de una mujer con unas experiencias reales y vivas. Yo siempre lo intento, ya ves que son películas muy variadas, más que de evolución, hablaría de picar en un género, picar en otro, pero yo creo que la línea de continuidad sería la búsqueda de cierta autenticidad. También los medios con los que cuento, que son unos medios, digamos, a un nivel de cine muy independiente, me ayudan mucho a crear este tipo de películas. Seguramente con más medios, con más presupuesto, pues a lo mejor la calidad sería muchísimo mejor, no lo sé, pero esa autenticidad, que intento que sea la marca de fábrica de mi cine, pues estaría más borrosa. Yo creo que la clave es esa, apostar por un cine, digamos, a flor de piel, hecho con sangre, sudor y lágrima.

Carlos Penela.- En ese sentido, ¿Qué esperas que se lleve el público después de ver Ella mil pedazos?


RAMÓN LUQUE.- Hombre, yo creo que el público que la vea va a salir del cine pensando en ella, pensando en ella porque no solamente se ha contado una historia interesante, sino que la historia le ha envuelto por completo emocionalmente. Y entonces, que el espectador se pregunte cosas. Por lo menos cuando la presentamos en el Festival de Cine de Madrid, nos encontramos con ello, la gente respondía de una forma muy activa, tal vez pensaban en cosas de su propia familia, de su propia vida. Esa humanidad y esa emocionalidad creo que llega.

Carlos Penela.- Y para finalizar, Ramón, ¿Qué has aprendido y con qué te quedas de haber hecho Ella mil pedazos?

RAMÓN LUQUE.- He aprendido que las historias surgen de cualquier manera y por cualquier sitio, así que muchas veces yo llevo trabajando en algunas historias mucho tiempo, tardan en salir y, de repente, aparece una y te atrapa, te atrapa a ti como creador, como director, y no te suelta. Al final resulta que la película más inesperada y la historia más inesperada es la que sale. He aprendido que el cine es un poco como la vida, que hay que hacer planes, pero que muchas veces es mejor que la propia vida te vaya sorprendiendo con sus propios planes.

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