sábado, 22 de junio de 2024

ENTREVISTA DE CARLOS GARRIES A ANA AMADO, CODIRECTORA DEL CORTOMETRAJE "LAVADOIRO"

Sinopsis
del cortometraje Lavadoiro: El espacio del lavadero como lugar de relación social ha sido, históricamente, espacio de las mujeres y ha tenido en la Galicia rural una doble función, una inmediata como lugar de acceso al agua corriente donde las mujeres podían lavar la ropa de la familia en un momento en el que aún no existía el abastecimiento extensivo de agua y una segunda función como espacio de relación exclusivo para mujeres y un lugar de relación entre vecinas, fuera del ámbito doméstico. Ha sido, por tanto, un espacio de trabajo, también de relación social, pero sobre todo un espacio único de exclusividad femenina y por tanto un lugar de singular valor antropológico. “Lavadoiro” propone una reflexión activa y multidisciplinar, desde la arquitectura construida y efímera, a partir de los lavaderos públicos relacionados con el trabajo doméstico realizado por las mujeres. La propuesta es una reflexión sobre el significado del lugar a través del acto performativo, el simulacro, tomando como elementos narrativos la arquitectura del agua (el lavadero), las mujeres que han sido usuarias del lavadero en sus orígenes, y la sábana como hilo conductor que conecta el tiempo pasado de aquellas mujeres con el presente. El fin último será visualizar y por tanto, poner en valor y dignificar el olvidado trabajo vinculado al ámbito doméstico de las mujeres a lo largo de su vida.

El 9º Festival Internacional de Cinema Independiente de Ibiza me puso en el camino de Lavadoirocomenzando por el momento transfer desde el aeropuerto hasta Ibiza junto a Ana Amado y Lois Patiño percibí que comenzaba una historia de pasión por ese cortometraje, había magia en esos instantes cuando comenzamos a hablar sobre Lavadoiro. Y no me equivoqué, sus imágenes me llevaban a la coexistencia entre la mujer y la naturaleza a través de esas construcciones efímeras, construidas en mitad de la naturaleza donde las mujeres pasaban parte de su vida mientras el río fluía entre sus manos y las sábanas que lavaban en esos lugares recónditos llenos de belleza.

Los Lavadoiros eran espacios, tal y como me explicaba Ana, que jugaban una doble función el la Galicia Rural, era el único lugar con acceso al agua corriente, el río donde las mujeres podían y una segunda función como espacio de relación exclusivo de mujeres y una sábana iba a ser el hilo conductor de la historia. Pura poesía en imágenes.

Pero es que no hablamos tan solo del cortometraje sino que también conversamos de todo el proyecto en el que lleva trabajando Ana Amado desde hace años, en los pueblos de colonización, un tema del cual ha escrito varios libros y que durante estos primeros meses del año se ha podido visitar una exposición sobre el tema en la Fundación ICO de Madrid .

Porque los pueblos de colonización, creados entre 1940 y 1971, constituyen una de las más significativas transformaciones territoriales producidas en la España del siglo XX. La modernidad, siempre atenta a su ámbito más propio, lo urbano, encontrará en el territorio rural un nuevo e imprevisto ámbito de expresión nacido de la imperiosa necesidad de desarrollo tras la Guerra Civil, pero también del anhelo largamente postergado de la reforma del campo español. Tras los más de cincuenta años transcurridos desde la finalización del programa del INC, se vuelve a estos pueblos con una mirada actual a su origen, su paisaje y sus habitantes. Son las miradas a un paisaje inventado.

Ana Amado
es fotógrafa, arquitecta ,artista visual y escritora. Los ejes de su obra reciente son el análisis del papel de la fotografía como creadora de iconos e identidades y la arquitectura como marco contextual de proyectos de contenido social, donde se da protagonismo a realidades marginales o insuficientemente visibilizadas. Su trabajo ha sido distinguido en certámenes o encargos institucionales como Misión Región (Patrimonio de la Comunidad de Madrid), el XII Premio Pilar Citoler, el Premio de fotografía Fundación Enaire 2023, the Sony World Photography Awards 2028, IWPA International Women in Photo Association award, y ha sido expuesto nacional e internacionalmente en la Bienal de Venecia, Embajada de España en Washington, Instituto Cervantes de Chicago, Pratt Institute Nueva York, Sala El Águila Madrid, Copenhague Photo Festival, Encontros da Imagem Braga, PhotoLondon, SIFEST Savignano PhotoFestival, Bfoto, XIV Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo, PhotoEspaña, The Royal Academy of Arts de Londres, International Festival Eme3, Museo Picasso, Museo ICO Madrid o Madrid Design Festival, entre otros.

Y ahora hay que añadir el Premio a mejor cortometraje nacional en el 9º Festival Internacional de Cinema Independiente de Ibiza. Hacer lo posible por ver esta maravilla en imágenes, esta es la conversación que mantuve con Ana Amado.

Carlos Garries (C.G.): Lavadoiro es un proyecto artístico pluridisciplinar que engloba desde el cortometraje que has realizado junto a Lois Patiño, hasta una exposición que estuvo hasta el 12 de mayo en la Fundación ICO en Madrid que habla sobre los pueblos de colonización, de la que has sido comisaria junto Andrés Patiño. Comencemos con la exposición ¿Que podía encontrarme en dicha exposición?

ANA AMADO (A.A.): El museo tiene dos plantas y media. En la planta baja se encontraba todo el material de archivo, que fue la parte que nosotros hicimos más recientemente y la que nos costó más tiempo. Es enorme, hay una cantidad de material increíble porque el tema de colonización fue un programa muy complejo que duró casi 40 años. Tienes desde planos de hidráulica, de construcción de embalses, hasta planimetrías de los pueblos, las casas de las plantas

Después nos encontramos con todo el arte que hay en las iglesias, los artistas más punteros del momento en España trabajaron para la colonización. Toda la parte de cómo se financió, tenemos documentos del Banco de España inéditos. Y luego una parte dedicada a la fotografía, que por un lado tenemos la parte propagandística, de cómo lo utilizó Franco y por la otra parte está dedicada al Kindel, un fotógrafo muy desconocido y que creó fotografías maravillosas de todo este tema.

En la planta superior está expuesto nuestro trabajo fotográfico y el documental que grabamos mientras hacíamos el reportaje, que podemos disfrutar con diferentes audiovisuales que tenemos ubicados en dos partes del museo.

En La última media planta hay otro fragmento del audiovisual y también una zona donde contamos nuestra experiencia de una forma más informal.Nosotros estamos muy sorprendidos por la acogida que está teniendo. Así que nada, ahora nos quedan tres semanas.

C.G.: ¿Es en ese entorno es donde podemos donde podemos hablar de la creación del proyecto de Lavadoiro como respuesta a esa artista multidisciplinar que llevas dentro? ¿Tuviste la necesidad de trasladarlo en imágenes?

A.A.: Sí, sí, desde luego. Es algo personal también, de una forma de arte que todavía no sé como identificar y me lleva a una pregunta ¿Por qué? Porque es un mundo completamente ajeno a mí, el mundo de los lavaderos. No tengo ningún recuerdo de niña, como tienen tantas mujeres, de haber ido con su abuela a lavar a un lavadero o a un río . Mi infancia no está asociada, pese a ser de Galicia, al mundo rural. Siempre ha estado ligada a la ciudad de Ferrol y como mucho a la playa. Soy más bien marítima, totalmente marítima, pero no rural.

Y es curioso, quizás por eso, por esa carencia, porque yo lo siento como una carencia, creo que el contacto con el pueblo es algo que relacionas con el veraneo y si tu no has tenido esas vivencias es como que tienes una carencia. Yo lo percibo así, es algo que me falta y yo creo que lo busco ahora de mayor de alguna forma, por supuesto cuando tenga dinero, tener una casa, que el campo, que es el sueño de mucha gente.

En mis proyectos busco de hecho de la colonización e indudablemente el lugar principal donde se dio fueron los pueblos, fueron viajes al mundo rural, incluso un mundo rural remoto.

Pues en Lavadoiro también pasa un poco así, hemos viajado al mundo de lo rural, de los bosques, de lo mágico, del agua porque el agua es un elemento que está presente en el proyecto de los pueblos de colonización, porque realmente es el elemento fundamental. Todo esto se construyó para traer agua a estas tierras, pero en el caso del lavadoiro es otro el uso del agua. Y es curioso cómo vuelven a confluir esos dos elementos: el mundo rural y el elemento agua. Pero también está el tema con el que últimamente se ha inspirado mi trabajo personal, el tema de la mujer, el tema de la invisibilidad de la mujer, el tema de las mujeres mayores.

C.G.: ¿Cómo llegas a estos lavadoiros?

A.A.: Un poco por casualidad también, trabajo con Carlos Seoane, que es un arquitecto gallego muy reconocido y algunas de sus obras son intervenciones en lo patrimonial, sobre todo en el medio rural y de recuperación, simplemente quitándole esos añadidos, a esos pastiches o esos elementos que no conforman la identidad de ese elemento patrimonial que está restaurando. Como por ejemplo es el caso del Lavadoiro de Artes.

Artes es una pequeña aldea que está en Ribeira, área del Barbanza, en Galicia, y él lo que hizo fue quitarle una cubierta tremenda que tenía, lo limpió y luego construyó una grada para estar allí sentado observando esa lámina de agua tremenda, que es de 30 m. Se trata de un Lavadoiro tremendamente grande que hipnotiza con el sonido del agua, de los pájaros y todo ello envuelto en ese entorno natural que es maravilloso.

Cuando Seoane termina alguna obra, me suele llamar para que la fotografíe. Y ahí empezó el lío, me llevé una sábana porque pensé “es un lavadero y que hay más representativo que una sábana ”. Pues ese reportaje con la sábana le encantó y me propuso hacer algo más

¿Por qué no le damos una vuelta a todo esto? La sábana puede convertirse en algo más performativo, con el elemento,con las mujeres, con el entorno y nos dimos cuenta que había la necesidad de crear movimiento y sonido con esas imágenes porque aquello era una película. Yo lo vi clarísimo y pensé inmediatamente en Lois Patiño porque él trabaja mucho con estos elementos de lo mágico, lo ancestral, el paisaje, es que todos esa elementos están en Costa da Morte o Lúa Vermella. Lo que pasa es que no me imaginaba que Lois me fuera a decir que sí. Solamente es una cosa que imaginas, como me gustaría que Lois Patiño lo pudiera realizar, o que lo pudiese grabar o dirigir una pequeña pieza. Y la magia de Lavadoiro volvió a suceder, Lois Patiño accedió a co-dirigir la película conmigo.

También en ese momento aparece la figura de David Chipperfield, premio Pritzker de Arquitectura, también se une al proyecto.

C.G.: ¿Qué dices; David Chipperfield? Yo soy seguidor de su obra ¿Cómo implicas a uno de los mejores arquitectos del mundo en Lavadoiro?

A.A.: Pues David Chipperfield, que como dices es de los mejores arquitectos del mundo ahora mismo, vive desde hace más de 20 años, en aquel área en Corrubedo, al principio venía tan solo de veraneo pero poco a poco se ha ido afincando allí, fíjate que en el caso de sus hijos, su hija vive allí permanentemente, tienen oficinas por todo el mundo pero podemos decir que donde pasa más tiempo últimamente es en Galicia. Ha fundado la Fundación Ría, que es una organización sin ánimo de lucro que investiga sobre el territorio. Y Carlos Seoane, el arquitecto que recuperó este lavadero, trabaja con él en dicha Fundación. Hubo un momento en que hablando con Carlos le comente a Carlos si a David le interesaría la historia de los Lavadoiros. Hablamos con Chipperfield sobre el proyecto y aceptó en apadrinarlo “Contad conmigo”.

C.G.: Ana, es un super equipo el que tienes detrás tuyo. No solo estamos hablando de una película, estamos hablando de un proyecto artístico conceptual que tu abanderas. ¿Cómo lo coordinas? ¿Cómo fue tu relación con ellos? 

A.A.: No fue fácil manejar un equipo de superestrellas, primero por pudor, porque yo soy una absoluta recién llegar al mundo del cine, evidentemente tengo formación en cuanto a la creación de cine documental, no me es ajeno ese lenguaje y además soy fotógrafa, o sea, hay cierto background, pero luego el cine es complejísimo y cuando te introduces en él hay aspectos muy complicados que desconoces totalmente como la financiación. Porque si ya un proyecto fotográfico tiene sus gastos a los que ya estoy acostumbrada en el cine se desmadra por todas partes. fijate que incluso en un proyecto tan pequeñito en el sentido de equipo, (Al final lo hicimos entre amigos y me ayudó muchísima gente local y gente que trabajó desinteresadamente) el coste del presupuesto es muy elevado.

Pues como te explicaba, trabajar con personas a las que admiro profundamente como David Chipperfield, Carlos Seoane o Lois Patiño, por momentos tienes la sensación de estar molestando y te hace preguntarte “¿Quién soy yo? y ¿Qué hago aquí?” Este es un proyecto que nació de una idea bonita, pero tiene por momentos el complejo de impostor y eso es complicadísimo de gestionar porque estás trabajando con personas que tienen unas agendas tremendas, porque lógicamente, están en momentos álgidos en sus carreras, todo ello añade una capa pesada de complejidad en la gestión.

Por otra parte, lo que ganas es tan abrumador que compensa. El aprendizaje que tú te llevas al estar trabajando con todos ellos compensa todas las dificultades habidas y por haber.

C.G.: ¿Y trabajar con Lois Patiño?

A.A.: Para mí, trabajar con Lois fue maravilloso, rodamos durante tres días pero anteriormente hubo una fase de preparación: Vino a ver las localizaciones, se realizó el guión. El trabajo previó lo fui realizando con anterioridad para facilitar todo. Realice entrevistas a mujeres locales, tengo muchísimas horas de grabaciones donde me cuentan sus memorias sobre el mundo de los lavaderos. Todas estas personas me ayudaron muchísimo e incluso me sugirieron otras dos localizaciones, aparte de este primer lavadero de Artes. También me ayudaron a convencer a todas las mujeres que salen en el corto porque, lógicamente, tú no puedes ir casa por casa, tiene que haber un interlocutor local, porque son mujeres mayores y no te conocen de nada. Con Lois fuimos planificando visualmente y planificamos la narrativa a través de un río metafórico que fluía por esos tres lavadoiros, La trama comienza en un lavadero que es el origen, la poza del río en Santo Tomé, donde se lavaban en sus aguas a los muertos y la ropa de los partos. Continuamos por ese enorme lavadoiro intermedio como es el de Artes para finalizar en un lavadoiro increíble como es el de Penisqueira que está al lado del mismo mar. Es una cosa loquísima. Y es que los tres tienen sus puntos diferenciales pero porque los lavadeiros tiene diferentes tipologías, es un mundo apasionante.

Como te comentaba, el rodaje fue bastante accidentado, teníamos programado tres días de rodaje y era uno de esos periodos en los cuales no cesaba de llover en Galicia. Lois se tenía que ir a Japón cuatro días después del rodaje y no podían haber más días de rodaje y puedo asegurarte que unos días antes cayó el diluvio universal. Todo el mundo diciendo “Tenemos que suspender, tenemos que suspender". Pero yo insistiendo a todo el mundo que debíamos suspender pero yo les decía “Vamos a intentarlo porque no quedaban más días. Teníamos todo cerrado, todo la logística: los hoteles, los restaurantes, los taxis, los conductores para buscar a las mujeres a las casas, que obviamente, como eran muchas de las mujeres mayores, no podían estar un día completo rodando porque son lugares que hacía cierto frío. Todo este encaje de bolillos no estaba cerrado, así que no había forma de pararlo. Pero al final pudimos rodar milagrosamente, fue increíble.

C.G.: En esos Lavadoiros, esas mujeres por fin salían de sus casas, por fin podían hablar entre ellas, era aquel lugar donde las mujeres, donde hablaban, reían, lloraban, cantaban, chismorrear, en definitiva, donde al final se convivía.

A.A.: Sí, eso me contaron. Los lavadoiros eran un espacio exclusivo para las mujeres a dónde iban cuando no estaban en casa. Es curioso porque son lugares públicos, por lo tanto inscritos en el espacio público comunal. Sin embargo, están ligados a lo doméstico, porque es un espacio donde se lava la ropa, que es un trabajo doméstico total. Algunas mujeres sí que eran profesionales, trabajaban para casas, para hospitales, pero la mayor parte de las mujeres lavaban la ropa de su familia. O sea, es un lugar ligado al espacio doméstico, pero fuera de lo doméstico y exclusivo para las mujeres no hay otro espacio en el lugar público para las mujeres. Y al estar solas, pues claro, eran libres de expresarse, para bien y para mal, porque nos contaban que era un espacio de comunicación, de contarse cosas, de arreglar el mundo, también de revelar confidencias, también, como no, un espacio de riñas y peleas. Era realmente el lugar donde ellas eran como les daba la gana de ser y sin la mirada del hombre. Y eso me parece apasionante y muy potente.

Ellas me explicaban cuando las entrevisté, que tenían recuerdos agridulces con respecto al lavado. ¿Por qué? Porque por un lado, lógicamente, tenían que trabajar, de hecho cargar con una tina de ropa que pesa muchísimo y andar en muchos casos algunos kilómetros. Tenían que levantarse muy temprano y se ponían a lavar en agua fría (imagínate en invierno) y en una postura terriblemente castigadora, físicamente era duro, muy duro.

Las mujeres más mayores que entrevisté, las que rondaban los 90 años, que además, lógicamente, sus memorias de juventud están ligadas a momentos muy duros históricamente en España, hambre, represión, machismo, sus recuerdos no son tan bonitos porque las obligaban desde niñas a pasar hambre y frío allí. Sin embargo, otras mujeres que ya no son tan mayores,que r iban con sus madres, lo asocian a algo muchísimo más bonito, lo asocian a una infancia más feliz, el momento de los juegos, casi de pasar el día en el lavadero junto a otras niñas y mujeres que posiblemente no verían en las aldeas.

Las mujeres mayores me comentaban que incluso las que tienen recuerdos más duros, al mismo tiempo también recuerdan eso, los momentos felices, de estar allí libres, de echar un viaje entero, de llevar la comida, de confidencias y de momentos bellos.

C.G.: Te escuche hablar de una forma muy poética sobre el clareo ¿Cómo era ese ritual del lavado?

A.A.: El clareo, si, yo tenía que preguntar sobre el clareo y me explicaron que estaban preciosos aquellos campos enormes con toda aquella cantidad de ropa tendida y todas recordaban lo mismo lo bien que olía la ropa a clarear, porque es química. Hay una metodología,en el lavar la ropa en un lavadero, tú llegas por la mañana, primero lavas, se lava distinto la ropa de color que la blanca, o sea, en lugares distintos, son órdenes distintos. Y tenía que tener mucho cuidado para no mancharse, porque claro, tienes que seguir la corriente del agua, si estás arriba, tienes que tener cuidado de no manchar a las que están abajo. Hay un tema de coordinación. Y luego ya con la ropa lavada se ponía a clarear lo que era ropa clara, siempre cuando está húmeda y frotando con el jabón, cuando está todo el jabón en la ropa , ahí la pones a clarear durante horas, porque la acción del jabón, la humedad y el sol hace que se limpie profundamente la ropa. Es bactericida, por decirlo así, alguna formulación del sol con el jabón quita las bacterias y encima hace que se incruste su olor en el tejido, queda como impregnado. Y ese olor duraba mucho tiempo, era el aroma que recuerdas de cuando hacían las camas con esas sábanas recién lavadas, todas recuerdan que era maravilloso porque también había algo sensorial. Por eso todas ellas tienen unos recuerdos contradictorios porque era un espacio duro pero también era su día, era un espacio de libertad, de encontrarse con otras mujeres. Entonces es ese momento de quienes lo echan de menos.

C.G.: Cuando veía tu película, veía tenía esos dos sentimientos, tenía el sentimiento de belleza, porque todas las sábanas al aire con esos secados y era bello, pero a la vez tú me estás mostrando esas manos que lavan llenas de sabañones que se identificaba con el sufrimiento y el sacrificio que pasaban esas mujeres

A.A.: Esas mujeres hace mucho tiempo que no lavan allí. pero fíjate que todavía les quedan esas huellas, queda ese trabajo manual y les queda esas historias en manos (Esas manos llenas de sabañones). Es bastante desgarrador todo ello .

C.G.: Cuando vi a esas 11 mujeres en el festival de Ibiza las vi muy contentas, como si se hubiera puesto en valor aquellos momentos con tus imágenes.

A.A.: Sí, espero que sí. Eso por lo menos es lo que me han dicho. Fue bonito porque hubo como un proceso,desde el minuto en el que yo llamo a la puerta por primera vez, aunque sea obviamente con intervención local, es curioso porque casi todas las mujeres se sorprendían de que alguien se interese por eso. Si eso no fuera nada, si íbamos a trabajar. Eso para mí fue lo más sorprendente. Precisamente el hecho de que la sociedad nunca haya valorado el trabajo doméstico de las mujeres ha hecho que ellas mismas tampoco lo valoren. Y ese es un problema muy grave, porque es un trabajo constante durante toda tu vida, no remunerado. Por lo menos que te lo valoren, que te lo valoren los de dentro de casa y también los de fuera de casa, ahí me di cuenta de hasta qué punto las mujeres tienen interiorizado que lo que hacen ellas es lo que les toca y ya está, que no tiene más valor.

Es curioso porque yo creí notar que a medida que el proyecto avanzaba, ellas también empezaron a ser conscientes de que sí tiene importancia, que si tiene interés. A medida que se acercaba la fecha del rodaje comenzaron a ser conscientes de que iba a ser verdad finalmente. De hecho, pocos días antes de rodar, varias mujeres dijeron que no, aunque previamente me habían dicho que sí, se me cayeron tres, pero al final con favores conseguimos a la suegra de una de estas personas que me ayudó.a Lorena, que es otra de las chicas que estuvo también durante el proceso y a mi madre

Y en el rodaje si es verdad que note un cambio definitivo, ellas volvían a ser aquellas mujeres que lavaban en aquellos Lavadoiros y era perfecto, Es el segundo proyecto que hago con mujeres mayores, y esto ya lo descubrí en el otro proyecto. Con las mujeres mayores tienes el éxito asegurado. Son personas que están acostumbradas a buscarse la vida, a resolver, a ayudarse entre ellas.

C.G.: “Aquello que no se ve, no existe.” ¿Esa frase sería tu máxima al final de tu obra?

A.A.: Funciono por impulsos, Pero claro, últimamente estoy empezando a mirar hacia atrás y es verdad que el hilo común es buscar al final, visibilizar asuntos que están opacados, ya sea de forma deliberada o no, simplemente porque nadie se ha animado a contarlo antes. Es curioso porque si tanto mis proyectos más arquitectónicos, como en mis proyectos más sociales, al final estoy buscando contar cosas que en las que nadie se fija o muy pocas personas lo hacen, y no lo hago de forma consciente, pero de alguna manera debe ser que inconscientemente me he dado cuenta del poder que tiene la imagen para poner cosas en el mundo, Las cosas que suceden en el mundo,si no es a través de la imagen, no existen.

Obviamente la imagen no es la única herramienta que tenemos para comunicarnos, faltaría más, pero es la hegemónica con diferencia. Ahora la fotografía incluso está sustituyendo a las propias palabras para comunicarnos a través de las imágenes que nos mandamos por WhatsApp, por ejemplo. Es inmenso el poder que tiene la imagen fija y el vídeo como herramientas de comunicación y de eso tenemos que ser conscientes. Nos guste o no es así.

Por eso los que nos dedicamos a esto tenemos que ser también conscientes de la bomba que tenemos entre las manos y cómo debemos utilizarla. Obviamente, no creo que sea nuestro deber, como creadores visuales, que tus trabajos tengan contenido social o de denuncia. No es tu deber. Pero creo que desde luego es una de las herramientas más potentes precisamente para denunciar, para intentar cambiar cosas, para visibilizarlas y más tarde que sean otros quien lo perciban. Tú por lo menos las pones ahí.

En mi caso, más que una denuncia, busco una denuncia velada de alguna forma, por ejemplo, yo no creo mucho en el poder de la crítica directa y frontal. Creo que cuando tú haces una crítica de una forma sutil, utilizando otras herramientas, como por ejemplo la ironía, la belleza, los dobles sentidos entra mucho mejor. Porque como decía Susan Sontag, nos acostumbramos a recibir frontalmente estímulos de imágenes tremendas todo el tiempo, que nos anestesian totalmente al dolor, haciéndonos insensibles.

1 comentario:

  1. Me ha encantado descubrir en esta entrevista la sensibilidad artística y humana de Ana Amado como creadora de este proyecto, la pasión por el proyecto que se descubre entre líneas. De la misma manera que me encanta la transversalidad del proyecto de este corto que conjuga cine, fotografía y arquitectura. Esta joya del injustamente considerado género menor del cortometraje es testimonio y ejemplo del valor de este género donde lo superficial o accesorio no tienen cabida y la brevedad del metraje obliga a la búsqueda de la pureza, de la esencia de aquello que se pretende plasmar en el proyecto. En este caso, visibilizar a toda una era de “heroínas anónimas”, mujeres mayores del mundo rural, de humilde condición, quienes, con su trabajo y dedicación silenciosa entregaban su vida a su hombre y familia.
    Hermoso proyecto.

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