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LUIS PRIETO.- Es curioso porque, efectivamente, yo tengo una carrera con varias películas, pero este es mi primer proyecto que ruedo en España, 100 % producción española. Yo viví en Barcelona hace ya bastantes años, aquí fue donde rodé mi primer cortometraje, Bamboleho, que estuvo nominado para los Goya. Ya cuando estuve aquí escuché hablar por primera vez sobre la leyenda urbana de la Estación Rocafort, me pareció algo interesante, como madrileño que viene a Barcelona y descubre una historia particular de esta ciudad. Hace dos años, los productores a los que conozco, y con los que habíamos intentado hacer algún proyecto anteriormente, pero con los que nunca habíamos podido coincidir, entre fechas, proyectos y demás, me proponen la idea de rodar una película inspirada en la leyenda urbana de la Estación Rocafort. En esos momentos, recuerdo un poco de lo que va todo, leo un poquito más sobre esa leyenda, a ver de qué se trata, y es cuando empiezo a descubrir que hay un origen real de hechos históricos que son los que han alimentado esa leyenda: durante la construcción de la estación murieron numerosos trabajadores (fue la primera vez que la muerte, por así decirlo, llegó a ese espacio); durante la Guerra Civil la Estación de Rocafort fue un refugio antiaéreo, murieron cientos de personas en los bombardeos mientras corrían la estación a refugiarse; luego, en los años 80 hay un gran número de accidentes, personas que caen a las vías por accidentes fortuitos o una abundancia de suicidios o gente que intenta suicidarse en la propia estación; etc. Como ves, por un motivo u otro, esa atracción de fatalidad, de horror, de muertes atroces, genera esa leyenda urbana. Dónde termina la realidad es relativamente fácil saberlo, dónde empieza el resto ya es lo que es más complicado, y, obviamente, habrá personas que creerán que aquí hay algo más y otros que no. Lo que sí es cierto es que como lugar es un lugar, cuanto menos, inquietante e incómodo. Ya el metro de por sí puede ser un lugar incómodo (al final no deja de ser un túnel con oscuridad en ambos extremos), con lo que sabiendo toda esta historia sobre la estación, la incomodidad se pone un poco más tensa.
Carlos Penela.- Valèria, ¿cómo llegas al reparto? ¿Qué nos puedes contar de tu personaje?
VALÈRIA SOROLLA.- Llegué al proyecto a través de un casting que hice para el personaje de Cris. El personaje la verdad es que fue cambiando desde la primera vez que leí el guión y a lo largo de los ensayos. Ha terminado siendo un personaje muy misterioso, que de alguna manera mantiene ese aura de misterio toda la película, a la vez que tiene una relación muy bonita, muy intensa y muy apasionada con el personaje de Natalia Azahara (Laura). De alguna manera está allí para para ella, para acompañarla en todo lo que le va sucediendo y viviendo también todo ese trauma, todo ese viaje, descubriendo las entrañas de todo lo que pasa en Estación Rocafort. Pero insisto, mi personaje sobre todo está allí para Laura, haciéndole un poco también como de espejo a veces, como de acompañamiento. Luego yo creo que también está toda esta parte en la que imagino que como espectador piensas "¿de dónde sale este personaje?", "¿cuál es la relación de Cris con todo eso que está pasando?", porque ella también trabaja en el metro y también conoce esas historias.
Carlos Penela.- Tu papel es como muy contenido, la gestualidad cobra muchísima importancia.
¿Cómo preparaste el papel?
VALÈRIA SOROLLA.- Ensayamos bastante. Fue un proceso de mucha búsqueda, de ver cada personaje qué es lo que tenía que aportar, y así fue como fue definiéndose mi personaje. Yo soy bastante así, la verdad (risas), pero creo que cada personaje tiene su energía y al final se equilibran unas a otras.
Carlos Penela.- ¿Cómo fue el proceso de documentación para la película?
LUIS PRIETO.- Por una parte hubo un trabajo de campo, obviamente durante la escritura del guión, pero quizá el trabajo más intenso, por así decirlo, o al menos para mí el más revelador, fue en el momento que empiezas a preparar la película, cuando empiezas a bajar al metro, a las vías del metro, a ver qué localizaciones pueden ser más interesantes e inevitablemente empiezas a hablar con los trabajadores que están allí, gente que se acerca o que están trabajando en ese momento y que cuando se enteran de lo que estás haciendo, empiezan a comentarte cosas: "ah, pues a mí me pasó esto", "yo conozco a la persona que estaba aquí cuando ocurrió esto otro", etc. Entonces, de repente empiezas a tener más información de la que te gustaría tener, a veces porque son historias macabras y otras veces porque son historias que rayan a lo mejor lo paranormal, entre comillas, que no sabes qué está sucediendo. Por ejemplo, hay una anécdota que al respecto que me gusta contar, que es que durante el rodaje de la película, estamos un día rodando en un túnel, obviamente, cuando ruedas en un túnel es una línea recta, tienes a los actores y al equipo en un lado, como estás siempre trabajando en un metro, esas vías que están comunicadas con el resto de la red metropolitana están vivas en algún momento. La demarcación donde puedes estar es muy seria y no es para bromas. Es decir, tenemos aquí 20 metros y no puedes ir más allá de los 20 metros porque los 100 metros pasa un tren. En una de estas, estamos rodando una noche a las tres de la madrugada y de repente alguien apunta al extremo donde se supone que no tiene que haber nadie porque estamos todos en la otra dirección, y dice "allí hay alguien". Yo digo "a ver un momentito, corten. A ver, estamos rodando y allí no puede haber nadie porque eso estropea el plano. ¿Eso no somos nosotros, no?". Recuerdo que estaba Natalia que empieza a dar saltitos diciendo "ay, por favor, no digáis tonterías, que me ponéis nerviosa". Javier Gutiérrez, ya un más curtido actor que lleva muchos rodajes, sin decir una palabra, pero medio mirando el reloj dice "señores, que son las tres de la madrugada, ya está, venga va, vamos a seguir rodando". Hay unos instantes donde está todo el equipo técnico, mirándose, riéndose con nerviosismo, y el responsable de transportes de Barcelona suelta "es posible". ¿Perdón? ¿Cómo que es posible? "Sí, sí, es posible que hayas visto a alguien". ¿Pero bueno, quién puede estar allí? No puede haber nadie. Y de repente dice "sí, a veces se cuelan grafiteros o exploradores urbanos, así que igual sí has visto a alguien". Por una parte no sé si eso te deja o no más tranquilo, y yo le pregunto "¿y eso cómo lo sabes?", y me dice "bueno, porque a veces nos hemos encontrado con los cadáveres, es decir, gente que ha entrado al metro y se ha perdido". Parece imposible, pero si tú lo piensas la distancia que cubre el metro de Barcelona es la distancia entre Barcelona y Andorra. Por la noche, a oscuras, uno se puede perder. Esos comentarios de la persona que trabajaba de responsable de la metropolitana de Barcelona, que en teoría eran para tranquilizar, puso más nerviosos aquellos que no lo estaban. Tenías de repente a aquellos que pensaban que igual había sido una persona de carne y hueso y aquellos que pensaban que igual había sido la historia que estamos contando. La película, por el hecho que la rodamos allí, intenta captar ese mundo, y nunca sabes dónde empieza la realidad y dónde comienza tu imaginación, eres un prisionero de eso.
Carlos Penela.- ¿Cómo es la logística de rodar en el metro? ¿Cómo os habéis sentido?
LUIS PRIETO.- La logística ha sido muy complicada. El metro no se cierra, trabaja 24 horas, el
público no puede ir de 1 a 5 de la mañana porque a esas horas el metro está cerrado para el público, pero el metro sigue
estando abierto para operaciones de mantenimiento, etc. Aquellas
escenas que están rodadas en los andenes están rodadas de noche. Eran
días de trabajo de cuatro horas, lo cual es muy complicado porque tienes que bajar equipo técnico, luces, actores, vestidos, etc. Tienes cuatro horas para bajar y subir,
porque no le puedes explicar a nadie que llame a las cinco de la madrugada a su trabajo, que va a llegar tarde porque en el metro se está haciendo
una película. Gestionar todo eso fue muy complicado. Cuando estás
abajo, en las vías, sólo el hecho de subirse al andéns ya es un esfuerzo, no es tan fácil como
decir "salgo 5 minutos y ahora vuelvo". Las secuencias están rodadas en las vías, todo es real, todo es la metropolitana de
Barcelona, aunque a veces hemos rodado en secciones de vías abandonadas o vías
que eran de servicio, donde pasaba un tren cada dos u ocho horas. El hecho de que estés en una
localización real, y no en una localización que está diseñada para ir a rodar
una película, complica todo mucho. Vimos todo el subsuelo, vimos toda la
metropolitana y había lugares increíbles. Uno de esos
lugares que son increíbles, después de que nos lo enseñaran, nos dijeron
que allí no se podía rodar, pero gracias a la insistencia, tanto de los
productores como de la cabezonería del propio director, logramos rodar allí el último día, de dos de la madrugada a tres, una hora. Nos dejaron rodar una escena en un lugar que es impresionante, lo llamamos La Catedral. Es muy bonito poder rodar en una locación real que es tan
bonita, aunque sea muy difícil de rodar, pero es que merece la pena.
VALÈRIA SOROLLA.- Yo creo que todo eso también se traslada al trabajo de los actores, porque
al final, ya cuando es un "rodaje normal", por llamarlo de alguna manera, hay poco tiempo y tienes que ser lo máximo justo
posible, en el caso de Estación Rocafort más, porque había que hacer muchos planos en muy poco tiempo, y creo
que eso de manera inevitable se traslada a tu trabajo. Pero bueno,
también he de decir que, como actriz, en ningún momento sentí ningún tipo de presión, y eso también se agradece. El ambiente era difícil, la atmósfera, el calor, no es un espacio cómodo para rodar,
pero por otro lado también había muy buen rollo, y con mucha claridad todo el
mundo sabía lo que tenía que hacer en esos momentos, creo que eso también ha
ayudado mucho.
Carlos Penela.- En la película, evidentemente, el sonido es fundamental y
quería Luis si nos podías hablar del trabajo de Laura Díez.
Carlos Penela.- La última, ¿qué habéis aprendido y con qué os quedáis haber hecho Estación Rocafort?
VALÈRIA SOROLLA.- Yo me he adentrado en un código que no había tocado hasta ahora, o no de manera tan directa, por lo menos, y que me ha gustado mucho. Creo que a pesar de que mi personaje no es una scream queen como tal, sí que hay algo de todo ese código que es muy divertido, y que a veces responde más a sensaciones, a impulsos. Hay algo que es muy placentero y creo también que como espectador lo vives así. Evidentemente, no es una película cómoda de ver, pero la experiencia es divertida también, en cierta manera. Como actriz me llevo precisamente eso, lo mágico que es trabajar con un género que a la vez te pone en una situación muy incómoda y a la vez muy divertida.
LUIS PRIETO.- La película es intensa, es un thriller psicológico intenso. En mi caso, debo decir que como he vivido esa película durante mucho tiempo, no solo durante su escritura, también durante el rodaje y durante el montaje, siento que la película se ha quedado conmigo, y creo que le va a pasar lo mismo al espectador. La experiencia de ver la película se queda contigo, y quizá mi aprendizaje ha sido no coger el metro por la noche, evitarlo a toda costa, evitar ese mal momento (risas).
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